Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

domingo, 20 de noviembre de 2011

Fringe sigue dando guerra


Ligeros spoilers hasta el último capítulo emitido.
Hacía mucho que Fringe no lograba que se me pusiesen los pelos de punta, pero su último capítulo emitido lo ha logrado. Está claro, Fringe no necesita grandes artificios para sorprender al espectador, mas que nada, porque su mejor baza, últimamente, no se basa en la utilización (excesiva) de cliffhangers, sino en el desarrollo de sus personajes y precisamente el último capítulo ha sido el mayor exponente de esto. También está muy claro que Olivia es el centro del relato, ya que alrededor de ella se mueven el resto de los personajes e incluso los casos autoconclusivos, puesto que muchas veces ella se encarga de aportar su visión u opinión acerca de ellos, identificándose con las víctimas y aplicando lo sucedido en su vida personal. Un claro ejemplo es el de este último capítulo, al simpatizar Olivia con Eugene porque éste durante toda su vida ha estado únicamente viendo a otras personas vivir sus vidas y al tener varias conversaciones con Lincoln y Astrid acerca de si pueden soportar su trabajo, ella se pregunta el porqué de su dureza y la razón por la que aún no ha descubierto el lugar al que pertenece, llegando a dudar si se debe a los experimentos con el cortexiphan.

Cabe destacar también la relación entre Olivia y Lincoln, que además de no resultar forzosa para crear un triángulo amoroso del que ninguno de sus integrantes es consciente, está construyéndose de una forma muy bonita. Un (otro) claro ejemplo de esto son los primeros minutos del último capítulo, encontrándose de forma fortuita a las tres de la madrugada en una cafetería y manteniendo una de esas conversaciones que hacen que Fringe no sólo sea una serie de ciencia ficción. Y hablando de triángulos amorosos, creo que los guionistas saben muy bien lo que hacen, más que nada porque el formado la anterior temporada también estuvo perfectamente construido, además de tener sentido por la situación. Otra relación que me está pareciendo muy interesante es la de Olivia y Nina, ya que aunque durante todas estas temporadas, especialmente en los inicios de la serie, Olivia siempre ha dudado de Nina y Massive Dynamic, ahora el tener un paresteco más o menos familiar, hace que las confrontaciones entre ellas den más juego.

Con respecto a los Bishop, sigue sin convencerme la idea de que Peter quiera volver a su línea temporal y me resulta un poco molesto que Walter siga sin querer salir del laboratorio.

A pesar de lo dicho en el primer párrafo, Fringe no puede vivir sin cliffhangers y el de este último capítulo ha sido potente y misterioso además de relanzar a uno de los personajes más enigmáticos y menos aprovechados, Nina Sharp, por lo que estoy impaciente por que llegue enero y presenciar el esperado "sprint" de la cuarta temporada. La cosa promete.


domingo, 6 de noviembre de 2011

La reminiscencia de Fringe


En el mundo de las series, volver a los orígenes puede tener dos respuestas, la negativa, es decir, un intento de dotar a la ficción de frescura siendo más un retroceso que un paso hacia delante y la positiva, que hace que lo que estés viendo te haga recordar al mejor tramo/momento de la serie. Y Fringe se encuentra en el segundo barco, porque aunque no llegue a entusiasmarme como si hizo durante la primera (y tan valorada) mitad de la tercera temporada o incluso durante sus dos anteriores, esta cuarta temporada, absolutamente empapada de guiños al pasado y casos autoconclusivos, reciclando tramas e incluso personajes, va cogiendo tono poco a poco. Fringe es ciencia ficción, pero últimamente se ha dedicado más al tratamiento de temas mas bien terrenales, a sus personajes y sus emociones que a hacer estallar la trama, que ya de paso, me gusta mucho la idea de los cambiaformas 2.0. a pesar del olor a nostalgia que ha desprendido este último capítulo con la mala de turno escribiendo en la ya famosa máquina de escribir. Acerca de la trama central del inicio de la temporada, era inevitable el regreso (sin muchos artificios) de Peter y no creo que haya sido un movimiento acobardado por parte de los guionistas el traerlo de vuelta tan pronto. Lo que si que creo es que los guionistas han arriesgado poco en las innovaciones (sutiles mas bien) de este tercer universo, o por lo menos estas novedades se están desvelando a cuentagotas.

Sin prisa pero sin pausa, así está Fringe actualmente.

La reina de Los Hampton


¿Aún no has visto el culebrón de la temporada, Revenge?
"This is not a story about forgiveness". Eso es lo que dice Emily Thorne en su particular presentación durante el piloto de Revenge "prometiéndonos" una venganza sin escrúpulos. Sin embargo creo que esa venganza por fascículos se ha quedado ahí, en promesa de momento, ya que me interesa mucho más un personaje que la principal trama mas que nada porque por ahí pulula, la para mí desconocida hasta hace dos días, Madeleine Stowe dando vida a Victoria Grayson, personaje culebronesco donde los haya. Pero esa caracterización tan extrema e incluso irrisoria es lo que más me atrae de la serie. Esas miradas intensas desde su balcón vigilando a Emly/Amanda, esas bofetadas tan glamurosas como panes que reparte, ese típico amor frustrado del pasado, esas peleas dialectales con Lydia, su ex mejor amiga y amante de su marido (de menor nivel que las de Constance y Moira en American Horror Story he de puntualizar), hacen que Victoria eclipse totalmente a la sosa de la protagonista, de la que cabe mencionar sus monólogos en off al principio y final de los capítulos, telita.

Y como en un buen culebrón no puede faltar una caida "accidental" de una terraza, la "pobre" Lydia ha sido la elegida para protagonizar una de las escenas más cutres pero memorables de lo que llevamos de serie.

martes, 1 de noviembre de 2011

Homeland, pisando fuerte.

Crítica de Homeland, nostalgia por Rubicon. Esa parece ser la tónica general en los comentarios sobre Homeland, que no discuto, pero Rubicon me cansó incluso antes de su soporífero ecuador, cosa que la nueva serie de Showtime no está haciendo, es más, creo que junto a American Horror Story, Friday Night Lights y alguna que otra serie británica, es de las pocas series que me lo haya hecho pasar tan bien en sus primeros episodios. ¿Que de qué va Homeland?


Durante el visionado de cualquiera de sus primeros cinco capítulos, muchos pensamientos son los que te pasan por la cabeza. Uno de ellos es el estar presenciando algo grande, muy grande, y que además va por el genial camino de ser incluso mejor. Otro es el de que Claire Danes tiene una cara de desquiciada total, pero eso es otro tema. Y claro, para poner por las nubes a Homeland uno tiene que hablar de sus personajes, porque la trama puede resultar de momento un poco simple, a pesar de lo entretenida, atrayente y efectista que también es, pero son sus personajes los que claramente aportan ese gran nivel dramático a la serie.

Ligeros spoilers, allá tú.
Muchos dramas en el frente, destacar dos. El de Brody, el cual tras haber estado preso por una banda terrorista durante ocho años, debe hacer frente a una vida pública de la que en un principio reniega y también a una familia a la que practicamente no conoce, principalmente sus hijos, y a una mujer (Jessica, interpretada por una guapísima Morena Baccarin) a la que debe intentar querer como lo hacía antes de que se marchase a Iraq, algo practicamente imposible ya que debe afrontar la posibilidad de que ésta haya tenido más que palabras con su mejor amigo, Mike. Y el de Carrie, teniendo que afrontar la misión de demostrar sus sospechas sobre el sargento Brody y la investigación sobre Abu Nazir, además de su propia enfermedad. Pero no sólo de sus protagonistas vive Homeland, porque por ahí también está Mandy Patinkin interpretando a Saul, mentor de Carrie y encargado de ponerle siempre los pies en la tierra con respecto a sus sospechas. Y como plus, en este último capitulo emitido, conocemos su situación personal bastante perjudicada por su trabajo en la CIA. 


Con respecto a la trama, además de lo dicho anteriormente, no juega al despiste (obviando la ambigüedad del personaje de Brody), ofrece bien sus cartas y va con pies de plomo ofreciendo la información justa, accesible y no tramposa para así provocar intriga en el espectador sin que éste se pierda (¿alguien ha dicho Rubicon?). Y como punto a favor, no recurre tampoco a fallidos o tramposos cliffhangers permitiendose incluso el lujo estos dos últimos capítulos de finalizarlos sin soltar ninguna bomba. Aunque a decir verdad tanto la escena final del cuarto capítulo con la conversación Brodry-Carrie como la del quinto capítulo con una Carrie nerviosa, sin poder dormir y sentada en las escaleras son potentes en mi opinión. Especialmente la del cuarto, ya que se atisba una posible relación mucho más cercana entre los protagonistas de lo que yo esperaba.

En conclusión, Homeland cumple las expectativas, y mucho.

Las reinas de American Horror Story

Si no aún estás enganchado a American Horror Story y no has visto su último capítulo mejor que no continúes leyendo.

Segunda escena del tercer capítulo de American Horror Story, hace presencia una jovencísima Constance (Jessica Lange) enfundada en un vestido rojo y con un revólver en la mano. Se limita a contonear sus caderas hasta llegar a la habitación donde su marido está violando a la ama de llaves, Moira. Si esto fuese una telenovela colombiana, seguramente se librasen de la muerte y ella acabaría en la cárcel o muerta, pero esto es American Horror Story y Constance está muy loca y antes de empezar su discurso de celosa y desquiciada, ya le ha metido un balazo en el ojo a Moira. Es el turno de su marido.

Y así siempre, Jessica Lange (la cual hace un papel precioso en Big Fish) se come la pantalla cada vez que aparece en escena. Constance es un personaje ambiguo, siniestro, desequilibrado y cruel, se tira a hombres muchísimo más jovenes que ella, no repara en ridiculizar a su hija con Síndrome de Down y forma parte del trío calavera junto a Moira y Nate. Me encanta, simplemente me encanta.

Turno de venerar a Frances Conroy, a la que veo más como Ruth, matriarca de la familia Fisher en A Dos Metros Bajo Tierra, que como Moira, la ama de llaves. Pero ella lo borda con su voz tan frágil acorde con el personaje tan mortificado y afligido que debe interpretar y además de ser enigmático ya de por sí, sus escasas apariciones durante los episodios hacen que ese halo de misterio que le rodea incremente. Cabe destacar una de las escenas más dramáticas del cuarto episodio en el que Moira decide quitarle la vida a su madre. Todo muy devastador.

Las luchas dialectales entre Constance y Moira son una delicia, ¿cuantas perlas envenenadas pueden soltar en menos de tres minutos? Yo me parto con ellas, a pesar de lo infelices que son; una viva, la otra muerta.