Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El típico tío feliz


Los Soprano, vista hasta el décimo capítulo de la segunda temporada.
"A veces todos somos hipócritas". Esa frase la pronuncia Meadow hablando con su padre Tony en el séptimo capítulo de la segunda temporada de Los Soprano (cuyo titulo corresponde al de la entrada) y aunque se podría adecuar a cualquier serie que profundice más o menos en los personajes, es perfecta para definir a los protagonistas de la serie creada por David Chase, especialmente al matrimonio Soprano. Tony y Carmela viven un matrimonio apagado a saber desde cuando, puede que en un principio fueran un calco de la pareja de Moltisanti y Adriana, ¿por qué no?, sin embargo ahora viven por y para sus hijos. Un claro ejemplo es que no se ha mostrado una escena de sexo entre ambos hasta pasado el ecuador de la segunda temporada que además no es que destaque por su pasión sino más bien por su frialdad. Por un lado tenemos a un Tony que se dedica a excursarse en que todo lo que hace dentro de la mafia es por sus hijos además de autoengañarse así mismo argumentando incluso el asesinato de ciertos miembros de ésta y por otro a Carmela, prototipo de personaje que tanto me recuerda a Betty Draper de Mad Men, que casualmente siguen la misma evolución a lo largo de las dos temporadas en ambas series. Carmela es infeliz con su matrimonio y aun así quiere a Tony (si nos limitamos a confiar en sus palabras..) y se aferra a una familia que va camino de irse al garete por culpa de los continuos deslices de su marido de los que ella está al tanto y la posibilidad de que su hija mayor se marche a una universidad lejos de casa. Llega a ser tan hipócrita el personaje que a pesar de sus problemas matrimoniales, se dedica a ver la paja en el ojo ajeno, intentando salvar el matrimonio de Angie y Pussy mientras el suyo propio se encuentra en el limbo. Y ante esta situación, uno está deseando que llegue el momento de que Carmela se suelte la melena, se deje de tanta devoción religiosa que incluso su marido le reprocha y se tire a medio vecindario. De momento la melena se la ha soltado a medias con el escarceo fallido con el hermano de su vecina. 

Y aunque me encantan todos y cada uno de los personajes de Los Soprano, especialmente Conrado, Livia , Janice y Jennifer Melfi y ha habido capítulos realmente maravillosos como Commendatori, el cual se desarrolla en Nápoles, me da mucha rabia que la serie no logre entusiasmarme ni engancharme como A Dos Metros Bajo Tierra si hizo. Será que la sombra de los Fisher es demasiado larga.. e insustituible.