Anda el personal revolucionado con la llegada e HBO a España. El personal que se ha enterado, me refiero. La casa de las ideas de las grandes series de televisión (no, no hablo de Juego de Tronos) llegará a nuestro país antes de 2017 pero, ¡sorpresa!, aún sin fecha concreta. Parece que los estadounidenses nos conocen mejor de lo que creíamos: nos gusta más un próximamente o un muy pronto que a un tonto (seriéfilo), un lápiz (Juego de Tronos). Y claro, como en aquellas vetustas batallas de contraprogramación entre Antena 3 y Telecinco para demostrar quién la tenía más larga (la audiencia), las nuevas plataformas de vídeo bajo demanda también sacan la artillería pesada. Movistar+ no ha tardado en sacar pecho (y espada) de que ella también posee los derechos de emisión de lo nuevo de Juego de Tronos, a ver si los españoles van a dejar de piratearla. Netflix España, por su parte, se conforma con prometernos que el 25 de diciembre podremos ver de nuevo a Miguel Ángel Silvestre en paños menores y orgías en la segunda temporada de Sense 8. Y a mí lo único que me quita el sueño es cuándo volverá Alberto Márquez a Velvet. Me voy a ver Aquí no hay quien viva y Los Serrano a la TDT. Eso sí que es binge-watching.
Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».