Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

martes, 4 de febrero de 2020

El ten con ten de «SKAM España»

Viri (Celia Monedero), durante una dramática escena de la tercera temporada de «SKAM España» | Movistar+

La existencia de «SKAM España», de Movistar+, responde a una necesidad y a un éxito.

¿La necesidad? De atraer a un público joven –como el que ve cachitos sueltos de «La resistencia» en redes sociales– que multiplique las visitas en YouTube y, por qué no, acabe pagando en un futuro cercano Movistar Lite; o básicamente de crear marca. Siempre pensé que «SKAM España» tenía más sentido por su vertiente didáctica en una plataforma como Playz, de Radio Televisión Española, pero que Movistar+ apueste por un producto transmedia como este (*), dejan claras sus intenciones desde su lanzamiento en 2015/16.

(*)Cada capítulo se divide en múltiples clips que van emitiéndose en YouTube a lo largo de la semana a tiempo «real». Los breves vídeos se alternan con capturas de pantalla de conversaciones de WhatsApp y contenido de Instagram/YouTube subido por sus personajes ficticios. Cada uno elige qué «SKAM España» ve, pues también existe la modalidad de ver el episodio completo, del tirón, cada domingo en Movistar+. Esto último tiene truco durante la actual emisión de la tercera temporada: las escenas en solitario de Viri sólo pueden verse si estás abonado a la plataforma.

¿El éxito? Como remake bien meditado, responde a la fama –sin exageraciones– mundial que se granjeó la serie original noruega entre 2015 y 2017; especialmente su tercera temporada, protagonizada por el chaval homosexual del grupo de adolescentes y seguramente el primer contacto para muchos espectadores que, una vez finiquitada la historia de Isak (Tarjei Sandvik Moe), sintieron curiosidad por ver qué había pasado en las dos temporadas anteriores y qué pasaría en la siguiente. 

Aquí ha pasado más o menos lo mismo: tras una primera temporada centrada en Eva (Alba Planas), el personaje menos interesante de la saga pero perfecto para introducirnos en este universo adolescente, sus traductores decidieron darle un mesurado meneo a la adaptación española: cederle el protagonismo a un personaje muy secundario de la serie-madre como Cris (interpretada aquí por una Irene Ferreiro que se come la pantalla y al resto de sus compañeros) y –doble pirueta– traspasarle a ella parte del arco argumental del famoso Isak noruego. Fue un paso más allá de lo que estaba haciendo «Skam Italia», que invirtió el orden de emisión de las temporadas 2 y 3. Desconozco cómo y por qué aquí se tomó tal decisión, pero la ficción televisiva española («Física o química», «Al salir de clase», «Élite»...) ya había dado protagonismo a adolescentes gays, por lo que hacer un corta y pega de la historia de Isak no parecía muy revolucionario en 2019.

Para los seguidores de la original puede que la historia perdiese gancho, pues intuíamos qué escondía Joana (Tamara Ronchese), el interés amoroso de Cris, y preveíamos el drama parejil que se iba a montar, pero el desparpajo y fuerza de la protagonista y su nada forzada salida del armario como bisexual aumentaron la visibilidad y los titulares de la producción de Movistar+ y Zeppelin. En mi caso, tras ver su primer episodio por motivos profesionales, no seguí la historia de Eva, pero el teaser de la segunda temporada me hizo regresar. Estoy convencido de que muchas adolescentes y jóvenes no heterosexuales le dieron una oportunidad a la serie por semejante motivo.

Tráiler de la segunda temporada de «SKAM España» en el que se confirmaba quién era su nueva protagonista y cuál iba a ser su dilema | Movistar+
Y ahora, medio año después, «SKAM España» ha regresado con una tercera temporada que me generaba dudas (uf, Nora), pero que, de momento, no se está perdiendo en la traducción. Las temporadas 3 y 4 de la «SKAM» noruega son tan, tan buenas que incluí la serie entre las mejores de la década para ABC, pero su segunda parte, protagonizada por su Noora (Josefine Frida Pettersen), fue un bache del que la ficción logró reponerse al desplazarse a los márgenes donde vivían Isak y Sana (Iman Meskini): orientación sexual, religión, inmigración...

Tras un primer año más que correcto (al fin y al cabo, la televisión pública noruega había estado contado la historia de una chica que llegaba a la conclusión de que, para realizarse como persona, tenía que cortar con su noviete), la serie aumentó exageradamente el número de clips por semana (había episodios que duraban más de una hora) y se metió en el barro hasta el fondo al idealizar y criticar simultáneamente la tóxica historia de amor entre la feminista Noora y el machito William (Thomas Hayes). No fue lo peor: la posterior trama de pornovenganza y sextorsión parecía sacada de otra serie completamente diferente. Aún así, el pasaje de Noora fue también el de la pizpireta Vilde (Ulrikke Falch), enamorada también de William, y la amistad entre las dos chicas. 

La versión española también parece estar interesada en las contradicciones de Nora como adolescente feminista, pero nuevamente sus responsables han introducido algunas variaciones –unas, ligeras; otras, drásticas– para no hacer una mera calcomanía. Empecemos por lo más evidente: el verdadero coprotagonismo de Viri (*), dos personajes inéditos como la hermana de Nora y su amigo Miquel, y la reducida presencia de Alejandro (nuestro William). Si en la versión noruega, la relación de Noora y Vilde se veía afectada por la competencia, ya no sólo por William, si no por ver quién era más atractiva (**), a la española parece importarle más la diferencia de clases entre ambas. Para escena, un botón.

(*) La Vilde noruega sólo tuvo un minuto de gloria en el episodio final. Aquí se le ha dado un padre en paro y una madre que trabaja todo el día limpiando para llegar a final de mes. Se entiende que esta temporada 3 sea de Nora y Viri, pues ambas tienen que asumir responsabilidades más propias de adultos: Nora, como cuidadora de su hermana mayor; y Viri, como promotora en un supermercado para meter dinero en casa.
(**) La serie sugirió de manera poco sutil y en varias ocasiones a lo largo de sus cuatro temporadas que Vilde sufría –y acabó superando– un trastorno alimenticio. En cierto modo, su enfermedad se convirtió en un tema tabú del que sus personajes no hablaban pero sí eran conscientes.

Lo interesante de esta adaptación es ver cómo van encajando la biblia noruega de «SKAM» con las singularidades españolas; de ahí que un personaje como Nora, de clase media-alta, y Viri, de clase media-baja, vayan al mismo instituto público. Su moderada riña por Alejandro parece ser cosa del pasado; para justificar su presencia, los guionistas españoles han  hecho que el fuckboy repita Segundo de Bachillerato y así no forzar su brevísimo romance, fuera de cámaras, con Nora durante el primer trimestre.

Miquel (izq.), el estudiante de Periodismo por el que se cuela Nora (dcha.), junto a su hermana mayor en una fiesta | Movistar+
Ahí radica otra diferencia clave: la adaptación española ha aprovechado su parón veraniego-otoñal para, en su regreso en enero, meternos de lleno en la dinámica turbulenta de Nora y un dubitativo Alejandro que, además, se encuentra solo después de que sus amigos se hayan ido a la universidad. Para sorpresa o alivio de algunos, Nora y Alejando rompen en el primer episodio. Y en esta resta, se suma Miquel, intensito estudiante de Periodismo y amigo de la hermana mayor de Nora por el que la protagonista había bebido los vientos de niña.

Después de haber visto los primeros cuatro capítulos, se intuye que Miquel hará las veces del William noruego. Tanto Miquel como la hermana de Nora sirven además como vehículo para explicar la personalidad de la adolescente –feminista, reticente a perder la virginidad, reacia al alcohol– y quizás vayan a estar involucrados en la posible trama de pornovenganza/sextorsión (*).

(*) En la versión original, era el hermano de William quien le mandaba fotos a Noora de ella desnuda para hacerle creer que se habían acostado. Ella había estado casi inconsciente, por lo que creyó que la había violado. Sí, muy turbio.

Queda más de la mitad de la temporada por emitir, pero sus guionistas ya han soltado alguna migaja sobre la cuarta parte, ya confirmada, y protagonizada seguramente por Amira (Hajar Brown), nuestra Sana. En el 3x04, durante una conversación con sus amigas, cuenta lo ocupada que está con una asociación del barrio de jóvenes musulmanes. Está por ver si la adaptación española sigue la estela de la francesa, «Skam France», la primera versión en realizar una quinta temporada, protagonizada además por un personaje masculino inédito. Se supone que la alemana, «Druck», también sobrepasará dicha marca de la casa.

Y, ojo, que no todos las traducciones han funcionado; ejemplo de ello es «Skam Austin», la versión estadounidense desarrollada por Facebook Watch y la creadora de la original, Julie Andem. Su segunda temporada empezó a emitirse hace casi un año y las críticas fueron bastante tibias. Incluso The New York Times llegó a preguntarse en 2016 si este éxito noruego era traducible. En España, sí.

sábado, 18 de enero de 2020

«Néboa», otro thriller español competente que se aleja de «Madriz»

Curiosa manera de presentar al Teniente Ferro (Nancho Novo); primero de frente para después dar la espalda al espectador y recibir a la teniente Mónica Ortíz (Emma Suárez) y su hija (Alba Galocha) | Capturas de pantalla: RTVE.es

Más que un reencuentro (*), Nancho Novo y Emma Suárez protagonizan un desencuentro entre tenientes de la Guardia Civil en el primer episodio de 
«Néboa», la nueva serie de La 1 de Televisión Española. Estrenada el pasado miércoles 15 de enero, la producción continúa el gusto de la ficción nacional por el whodunit y el thriller después de que en 2019 la corporación pública estrenara con éxito, de público, «La caza» (**) y, de crítica, «Malaka». Entremedias estuvo la vitoreada, por clásica y honesta, «Hierro» (Movistar+), con una tremenda Candela Peña como una jueza goda que, en su destierro profesional, recala en la isla canaria el mismo día que aparece el cadáver de un chaval. Da la sensación de que el factor misterio es lo que hace que los espectadores españoles vuelvan cada semana a la televisión generalista.


(*) Ambos protagonizaron hace más de 25 años «La ardilla roja» (Julio Medem, 1993), una de las películas favoritas de Stanley Kubrick. También coincidieron en la siguiente película del cineasta vasco, «Tierra» (1996).
(**) Bautizada como «Monteperdido», pues su notable rendimiento en audiencias, por encima de los ahora inusuales dos millones de espectadjeó la renovación. La segunda parte se llamará «Tramuntana» (o sea, transcurrirá en Mallorca) y repescará a su pareja de investigadores.

A tenor del primer episodio, «Néboa» se asemeja tanto a «Malaka» como a «Hierro», dos de los títulos españoles más estimulantes del año pasado junto a la desmadrada «Señoras del (h)AMPA» (Telecinco) y la medemiana «El embarcadero» (Movistar+); todas ellas, por cierto, con mayor o menor pizca de thriller.

La nueva serie de La 1 recuerda a «Malaka» por salirse ligeramente del molde del género protagonizado por policías que investigan la desaparición y/o muerte de una joven; si en aquella, los primeros episodios se detenían en desarrollar los demonios internos de su trío de policías (el alcoholismo, la familia..., la corrupción individual) y los externos de la ciudad de Málaga (la pobreza, la droga..., la corrupción colectiva), aquí importa el calado mitológico de esta Galicia carnavalesca y supersticiosa con un asesino sacado del folclore que ha matado en varias ocasiones durante el último siglo. «No buscamos una leyenda. Buscamos una persona», sentencia la teniente Mónica Ortíz (Emma Suárez).

Con «Hierro», la comparación es más evidente al situar la acción en una isla, clave para encerrar a los personajes, acelerar los dimes y diretes entre ellos y así incrementar aún más la tensión; ejemplo de ello es la fallida huida del principal sospechoso en el primer capítulo de «Néboa». Ambas cuentan además con protagonistas mujeres, con sus rifirrafes iniciales con los personajes masculinos del cuerpo policial (la Teniente Ortiz rechaza de manera cortés pero tajante la ayuda del Teniente Ferro  de llevarle el equipaje durante su primer encuentro), y son ajenas e incluso reacias a la idiosincrasia del lugar donde se ha cometido el crimen; en «Malaka», a medida que avanzó la temporada, el protagonismo sí fue repartiéndose entre Maggie Civantos, Salva Reina y Vicente Romero. Y, ella, aunque venía de Madrí, era malagueña. Y si «Hierro» le devolvía su acento a estupendas actrices canarias como Mónica López y Antonia San Juan, en «Néboa» nos reencontramos con intérpretes gallegos como Isabel Naveira y Antonio Durán 'Morris', los charlines de «Fariña».

Los siniestros créditos de «Néboa» muestran la creación de la máscara del «Urco», el animal mitológico relacionado con los asesinatos de la isla gallega donde transcurre la ficción | Capturas de pantalla: RTVE.es
«Néboa» transita lugares comunes del género como la radiografía de una sociedad –en esta ficticia isla manda el empresario que da de comer a casi todos sus vecinos–, la visita de rigor a la habitación de la asesinada o la existencia de varios sospechosos está por ver si mareará mucho la perdiz o revelará sus cartas antes del último minuto–, pero su mayor aportación es el elemento sobrenatural y de ligerísimo terror (*) a partir de un escenario lúgubre, más propio de los noir escandinavos como «The Killing» que de las soleadas y sureñas «Malaka», «Hierro» y «Mar de plástico».

(*)Recuerda a «Punta Escarlata», aquella serie de Cuatro, producida por Globomedia, cuyos nueve episodios acabaron estrenándose en Telecinco tarde y mal.

El giro de guion con el que cierra la hora de presentación (los créditos iniciales lo aventuraban) es otro lugar común del género (una primera muerte suele derivar en una segunda...tarde o temprano), pero es una declaración de crueles intenciones y presagia una carrera a contrarreloj por encontrar al culpable en los siguientes siete capítulos, como aquella cuenta hacia atrás (*) de «Sé quién eres» (Telecinco), otro whodunit español reciente que retorció de manera entretenidísima la premisa de “chica joven desaparecida” y entendía que sin arrolladores personajes no había misterio que se sostuviese durante tantos episodios de casi 70 minutos cada uno.

(*)Bueno, más bien hacia adelante. Cada entrega mostraba en pantalla cuántos días llevaba desaparecida Ana Saura e incluso había un reloj digital en la comisaría que llevaba la cuenta.

Un último apunte: esta semana también se ha estrenado en Antena 3 otro thriller, «Perdida» (apenas 45 minutos duró), cuya premisa también está relacionada con la desaparición de una niña..., pero el asunto tiene miga... Daniel Grao es el ambiguo protagonista y la robaescenas es Adriana Paz, uno de los pocos pros de aquella tercera temporada de «Vis a vis».