Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

viernes, 23 de junio de 2017

(Meta)televisión de autor, female gaze y otros apuntes del montón

Master of None (Netflix) regala múltiples postales en su sobresaliente segunda temporada
Antes que nada, perdónenme la amalgama. En cuanto a spoilers, se avisará pertinentemente de su presencia en el párrafo. En el texto se hablará de The Leftovers, Master of None, I Love Dick y Crashing (UK).
Existe la posibilidad de que más de alguna cadena de televisión (o plataforma de Video Bajo Demanda) cobije alguna que otra joya escondida entre su catálogo de series. Joyas que precisamente sobreviven gracias a grandes producciones emitidas en la misma cadena/plataforma y cuyos beneficios permiten la existencia de estas ficciones minoritarias, encargadas en cierto modo de otorgar un nombre y un prestigio a la "marca" -premios, ser la niña bonita de la crítica especializada- más que una ganancia económica y comercial. Posiblemente gracias a Juego de Tronos, Damon Lindelof y Tom Perrota hayan podido desarrollar The Leftovers durante tres temporadas en HBO, o Looking tuviese la oportunidad de despedirse con una película tras dos temporadas de audiencias paupérrimas y mínima conversación.

Lo mismo ocurre en AMC con su producto estrella The Walking Dead (y su spinf-off 'Fear The Walking Dead'), cuyo éxito durante siete años seguramente pague las facturas de Halt and Catch Fire y Turn (cuyas cuartas temporadas serán las últimas) o incluso Better Call Saul, el spin-off de Breaking Bad [¡qué lástima que Rubicon llegase meses antes que The Walking Dead!]. Fuera de la televisión de cable estadounidense, también hay ejemplos como el de American Crime en ABC (el prestigio les ha durado tres temporadas) o Master of None en Netflix. ¿Cómo puede existir un producto tan minoritario y de autor como este último citado? Gracias a éxitos (a veces de crítica, otras no) como Stranger Things, Por 13 razones, Fuller House (Madres forzosas) o las películas de Adam Sandler.

Luego hay ejemplos como el de I Love Dick, serie de Amazon, cuya existencia parece estar motivada como recompensa a su responsable, Jill Soloway, por la tremenda visibilidad que Transparent -su otra hija- le ha dado a la plataforma, la cual pensaba pegar el petardazo llevándose a Woody Allen a la "pequeña pantalla" y sin embargo, su Crisis in Six Scenes se quedó en agua de borrajas y, lo más importante, no generó conversación en Internet ni por parte de la crítica especializada (más allá de defenestrar la ficción sin sal) ni por parte de los espectadores que la ignoraron.

I Love Dick (Amazon) es el retrato de un matrimonio venido a menos pero también el de los deseos sexuales de varias mujeres
Seguramente The Handmaid's Tale vaya a pagar las facturas de otras series de Hulu (¿The Path?). Master of None podría ser otra serie más sobre un cómico/actor que interpreta a una especie de versión ficticia de sí mismo que intenta hacer malabares entre su vida profesional y personal. Aziz Ansari no es el primero ni el último en hacerlo. Ahí ya estaban Louie C.K. y su Louie, o Larrie David y su Curb Your Enthusiasm.  O incluso valdría The Comeback de Lisa Kudrow. ¿Más ejemplos? Episodes con Matt LeBlanc, Better Things de Pamela Adlon o incluso, ¡eh!, ¿Qué fue de Jorge Sanz? de nuestro David Trueba o El fin de la comedia de Ignatius Farray.

En Master of None o The Comeback (o 30 Rock, claro está), el mundo de la televisión y de los actores/presentadores es un personaje más. Tan sólo hay que poner como ejemplo el arco argumental de la segunda temporada de Master of None con su protagonista como presentador de un concurso de cupcakes. En Girls, a veces uno no sabe qué voz habla a sus espectadores: si la de la ficticia Hannah Horvath o la Lena Dunham de carne y hueso; como precisamente ocurre en el tercer episodio de la sexta temporada, 'American Bitch' (*). En Girls también sale de vez en cuando ese mundo de la interpretación (vía Adam), el del periodismo (vía Hannah) o incluso el de la música (vía Marnie).

(*) Un episodio que puede verse perfectamente sin haber visto la serie anteriormente. ¿Más razones? Una de peso:  sale Matthew Rhys (The Americans). Este 'American Bitch' (6x03) de Girls podría funcionar perfectamente como combo con el 'Buona Notte' (2x10) de Master of None al tener como columna vertebral temática, la sombra de agresiones sexuales de un hombre famoso (escritor o presentador de televisión) hacia mujeres.

¡Aviso, spoilers de Master of None! | Está claro que en la semibiográfica One Mississippi (una muy recomendable "dramedia" de Amazon, por cierto), hay mucho de Tig Notaro, su protagonista y co-creadora junto a Diablo Cody, responsable de United States of Tara. En Master of None también hay mucho de Aziz Ansari  y Alan Young, sus creadores. Ellos, mejor que nadie, pueden hablar de racismo. Pero, como en la mejor ficción, en Master of None se habla de todo sin subrayar (casi) nada. Habla con perspectiva de género (su 'Ladies and gentelman' denuncia con gracia el mal trago de las mujeres al volver a casa durante una noche de fiesta o 'New York, I Love You' muestra cómo una chica pide a su novio que éste le practique sexo oral, harta de sólo ser ella quien "baja") a la par que construye una historia de amor que cruza el Atlántico o te espeta en la cara a un personaje público acusado de agresiones sexuales a mujeres y cómo éste intenta desentenderse del asunto delante de las cámaras. Fin spoilers.

Los planos en la tercera y última temporada de The Leftovers (HBO) dicen más que mil palabras
¡Aviso, spoilers de The Leftovers! | The Leftovers se nota que es hija del mal trago de Damon Lindelof con Perdidos. Podría decirse que la tercera temporada de The Leftovers se las apaña para enmendar la mala ejecución de las buenas ideas que poblaron la sexta y final temporada de Perdidos. ¿O acaso la realidad visitada por el protagonista de The Leftovers, Kevin Garvey, durante sus dos últimas temporadas no podría ser la misma que la realidad alternativa de la sexta temporada de Perdidos? En ambas realidades, sus personajes no saben que están muertos. En ambas ficciones, el salto del plano de la realidad al plano de lo fantástico (al más puro estilo Becqueriano en sus leyendas) es continuo y en ocasiones cuesta discernir qué es verdad y qué no (la última confesión de Nora Durst en The Leftovers es el exponente más claro). Fin spoilers.

Hay arrojo, por ejemplo, en la decisión de contar la historia de The Leftovers desde el punto de vista de un personaje por episodio (algo que Skins hacía). Una decisión, tomada al inicio de la segunda temporada, que revitaliza la ficción hasta límites insospechados. La evolución del tono de The Leftovers a lo largo de sus 28 episodios -desde la casi inaguantable pesadumbre del inicio hasta la minúscula esperanza esbozada al final- recuerda a otra serie de autor -Ray McKinnon- que experimenta semejante conversión: Rectify. Dos ficciones que duele ver en sus albores pero que poco a poco van iluminándose incluso en la selección musical. En The Lefovers, por ejemplo, la presencia de las desgarradoras composiciones de Max Ricther va disminuyendo con el pasar de las temporadas.

Tanto en The Leftovers como en las citadas Master of None I Love Dick, sus responsables se permiten el lujo de suspender la trama principal en cualquier momento; The Leftovers lo hace en sus tres volúmenes (*), Master of None lo hace con su 'New York, I Love You' (2x06) en el que el protagonismo es cedido a una variedad de personajes que habitan en la capital o su 'Thanksgiving' en el que el protagonismo es cedido al personaje de Denise (Lena Waithe, guionista de ese capítulo para más inri) con una espléndida Angela Bassett como su madre; I Love Dick también hace lo propio en 'A Short Story of Weird Girls' (1x05) otorgando el protagonismo a tres personajes femeninos secundarios (**). Todos estos capítulos incluso pueden funcionar como una especie de mediometrajes de treinta minutos, independientes de sus respectivas temporadas. Mención especial al capítulo de casi una hora de duración de Master of None ('Amarsi un po') en una ficción cuyos episodios no sobrepasan la media hora.

(*) ¡Aviso, spoilers de The Leftovers! El 1x09, 2x08 y 3x07. En la primera temporada, la digresión sirve para mostrar un flashback de casi una hora. Este extenso flashback, en cierto modo, podría haber funcionado como carta de presentación de la ficción; sin embargo, no habría tenido el mismo efecto (la revelación de Laurie por ejemplo) si hubiese sido emitido como "piloto". Las digresiones de la segunda y tercera temporada sirven para Kevin visitar ese mundo de ultratumba, permitiéndose la serie abrazar su lado más Lynchiano. Fin spoilers.
(**) Sería erróneo describir a los tres personajes como "femeninos" pues uno de ellos -Devon- parece encajar más en el género no binario. Nunca se explicita más allá de que en sus flashbacks, su madre le llama "Dolores" -"Mi nombre es Devon" es su respuesta- y le insta a comportarse como una "señorita.

En I Love Dick -cuya fuente original en un ensayo del mismo nombre escrito por Chris Kraus y publicado en 1997- su protagonista parece ser una especie de alter ego de Jill Soloway al ver cómo su vida personal y el conocer a determinadas personas suponen una fuente de inspiración y creación de arte. Mientras la segunda temporada de Master of None es un claro homenaje al cine clásico italiano (Michelangelo Antonioni, Federico Fellini), I Love Dick rinde homenaje a mujeres cineastas como Jane Campion (La pianista), Chantal Akerman (Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles) o Sally Potter (Orlando), mostrando incluso clips de las películas anteriormente citadas en una escena del primer episodio.

Dicha escena es reveladora  pues muestra a dos hombres -escépticos de que una mujer pueda hacer una película sobresaliente ofreciendo razones sin fundamento alguno- hablar del trabajo cinematográfico de una mujer con ella misma delante. Es más, teniendo enfrente a la creadora de una obra de arte, uno de los hombres sólo pide opinión sobre dicha obra al otro hombre (marido de ella). Como también ocurre en El Ministerio del Tiempo, las referencias artísticas a las que se alude en Master of None y I Love Dick son fuente de una voluntad didáctica hacia sus audiencias.

Fotograma del sexto episodio de la primera temporada de Crashing (Channel 4 / Netflix)
Si I Love Dick apuesta al 100% por la mirada femenina (female gaze) en la que por una vez el objeto deseado es un hombre (el personaje interpretado por Kevin Bacon, quien llega a verbalizar su malestar con dicha cosificación), Master of None apuesta por una masculinidad no hegemónica (con la excepción del personaje de Bobby Cannavale, el cual acaba recibiendo palos) con un Dev que cruza las piernas al sentarse, planifica una cita con una mujer pidiendo consejo a su mejor amigo o expresa sus sentimientos sin pudor alguno. Puede que la serie más famosa de Netflix por su carácter inclusivo sea Sense8, sin embargo, Master of None también apuesta por la inclusión de diferentes etnias/razas, culturas, religiones y orientaciones sexuales.

En cierto modo, el personaje de Dick en I Love Dick sirve como muso de su protagonista, Chris (Kathryn Hahn). Precisamente en el ya mencionado episodio 'A Short Story of Weird Girls', el personaje de Toby -cuyo sobresaliente expediente universitario en Historia del Arte se debe al estudio del cuerpo de la mujer en el porno- expone cómo hay muchas más mujeres desnudas en el arte por su condición de musas pues el artista suele ser un hombre. Esto conecta con el tercer episodio de la británica Crashing -protagonizada, creada y escrita por Phoebe Waller-Bridge, también artífice de Fleabag- en el que el personaje de Melody confiesa que no está acostándose con Colin sino que él es su muso. Una confesión que el resto de personajes no sabe muy bien cómo asimilar.

En Crashing, se nota quién está detrás de los guiones: una mujer. Hay una trama concerniente al orgasmo de un personaje femenino e incluso el personaje de Melody -una pintora francesa- llega a decir que lo que quieren [los hombres] es que las mujeres odien sus propios cuerpos. Melody además es quien toma la iniciativa para llamar la atención de un hombre mayor y no al revés. Un hombre que llora (porque su mujer le ha sido infiel) y que su único deseo es pisar la hierba de su antiguo jardín.

Como regalo de despedida, el mejor plano de The Leftovers en una memorable escena a golpe de 'Take on me' de A-ha.

lunes, 19 de junio de 2017

Deshojando la primavera televisiva


Da gusto encontrar calidad en la televisión española. En la pública, en la privada y en la de pago. Pensé que le dedicaría a estas alturas algunas palabras (halagadoras) a La casa de papel, la última incursión del sello Atresmedia Series -Antena 3, vamos- pero personalmente ha supuesto una decepción. Es lo que tiene vender la serie como el paso siguiente a Vis a vis (*). Y no llegarle a la suela de los zapatos en arrojo. El primer episodio está bien, francamente bien, y aguanta la hora y veinte minutos de rigor. Sin embargo, toda la adrenalina del primer episodio va diluyéndose en los siguientes episodios y varias decisiones de guion dejan en entredicho la vitoreada calidad de la ficción.

(*) Por cierto, Vis a vis podría contar, según Bluper, con una inesperada tercera temporada en FOX España.

Aviso spoilers de La casa de papel | Un ejemplo de ello es el cómo se fragua la relación entre los personajes de El Profesor (Álvaro Morte) y la inspectora Raquel Murillo (Itziar Ituño, quien protagonizó Loreak); entiendo lo que los guionistas pretenden hacer con este tórrido juego del gato y el ratón (en la línea de lo que Sé quién eres hace con Juan Elías y Eva Durán o Homeland con Brody y Carrie) pero no funciona por la rapidez de los acontecimientos. Otro ejemplo es el no-asesinato de Mónica a manos de Denver. Si algo que hizo Vis a vis en su segundo episodio fue demostrar que no le temblaba el pulso en matar a personajes, un aviso de que cualquier giro de acontecimientos podía pasar y cualquier personaje podía morder el polvo. Y así pasó. Sin embargo, lo peor que le podía pasar a La casa de papel era resultar previsible al jugar en un género donde el giro de guion es su principal arma. En mi caso, me bajé del atraco tras el tercer episodio precisamente por previsible. Eso sí, Úrsula Corbero no desentona en la serie y su Tokyo mola. No tanto el triángulo amoroso (¿qué necesidad?) en el que se ve metida. Aún así, me da cierta rabia haber dejado aparcada La casa de papel por sus aires de ficción de auteur y por su potencial. Un potencial, siempre recuerdo, que Sin identidad logró sacar adelante tras una que-sí-que-no primera temporada. Quizás 18 episodios -como temporada única aunque se promocione el parón veraniego como final de temporada- sean demasiados.

Plano cenital en el 1x01 de La casa de papel
Aviso, spoilers de El Caso Asunta | Sin embargo, y contra todo pronóstico, debo escribir alabanzas sobre El Caso Asunta: Operación Nenúfar (rebautizado como Lo que la verdad esconde para continuar con la marca en un segundo volumen sobre los Marqueses de Urquijo) de Bambú Producciones y Antena 3. Un documental de tres entregas enmarcado en el género del true crime que sigue la estela de otro true crime muy bien hecho en nuestro país: Muerte en León (Movistar+), del que hablé en febreroEl Caso Asunta sirve sobre todo como una punzante crítica al juicio mediático paralelo que se orquestó en los medios de comunicación (*) y en la opinión pública (una radiografía al fin y al cabo de nuestra sociedad contemporánea) así como exposición de que el camino de la justicia está lleno de piedras y mala praxis (**). Siempre desde el respeto (***) y huyendo del fácil amarillismo, el documental consigue ni más ni menos que declaraciones de los máximos protagonistas del caso mediante conversaciones telefónicas y cartas. Precisamente las duras palabras de Alfonso Basterra durante una carta entre él y Ramón Campos son el material para cerrar el documental. En dicha correspondencia, Basterra llega a confesar que tras salir de la cárcel, una vez conseguida la libertad, se suicidará. Un final (****) acorde al aparente propósito de los responsables de esta investigación: generar dudas sobre un suceso en el que se dieron por hechas demasiadas circunstancias. Podría pensarse que otro de los propósitos es humanizar a los verdugos-víctimas.

(*) La propia Antena 3, más concretamente el programa matinal Espejo Público, no se libra de los dardos ni tampoco 13TV o Federico Jiménez Losantos en esRadio. Una pena que no hubiera fragmentos de los programas de sucesos de Telecinco.
(**) El documental consigue exponer cómo determinados testimonios o incluso pruebas definitorias no llegaron al juicio. Algo que Muerte en León también destapó durante sus últimos compases.
(***) Quizás el único pero sea el mostrar el cadáver de la niña.
(****). Muy lírico. Como el pasaje final de A sangre fría

También estoy viendo El Puente, programa de #0 (Movistar+) que supone el regreso de Paula Vázquez ya no sólo a la pequeña pantalla sino también a un género de televisión que a la gallega ya le había dado alegrías: el reality show de aventura y supervivencia. Y cómo no, también estoy viendo el tercer volumen de Tabú de Jon Sistiaga, su programa de reportajes de #0, esta vez dedicado a la maldad. En ambos productos, la factura técnica es un personaje más que ayuda a crear una atmósfera determinada. Se ha llegado incluso a comparar El Puente -formato de telerrealidad- con Perdidos -formato de ficción- por la manera de presentación de los personajes/concursantes: dos por programa. Si hay algo que hace excepcional a El Puente es que se toma su tiempo para colocar las fichas sobre el tablero y sobre todo: para poner las cartas boca arriba. Serán ocho entregas en total.


Aviso, spoilers de la tercera temporada de El Ministerio del Tiempo | Los tres programas anteriormente citados tienen algo de ficción -ya sea la reconstrucción de un hecho, los elaboradísimos planos o la prestación de técnicas narrativas más propias de las series y el cine- pero para ficción -con algo de realidad, de historia- está El Ministerio del Tiempo, la cual ha regresado a La 1 de TVE con su ya tercera temporada. "Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias". Estas palabras sirven en el segundo episodio de la tercera temporada para despedir (o dar la bienvenida, según se vea) a un personaje ya icónico de la serie: Lola Mendieta (Natalia Millán/Macarena García). La frase pertenece al poema Canción última de Miguel Hernández y sólo una serie como ésta podía incluirla de manera tan elegante. Hablando de pintura, pareciera que El Ministerio del Tiempo fuera hija del mejor costumbrismo, aquel que pinta cuadros como espejos.

La ficción creada por los hermanos Olivares no ha gozado de un camino de rosas a lo largo de toda su existencia y la apertura de esta tercera temporada así lo demuestra: la despedida del personaje de Julián (Rodolfo Sancho) fuera de cámara. Y es aquí donde sus responsables han demostrado una vez más, que de la necesidad, hacen una virtud. Aún así, da coraje que después de toda la maraña que se armó en la segunda temporada para que Sancho compaginara las grabaciones de El Ministerio con Mar de plástico, ahora el personaje desaparezca así para siempre. O no... ahí tenemos el caso de Lola Mendieta.

La serie, además, continúa con su labor didáctica y jugueteando con la historia. O más bien, retorciéndola, como ya hiciera a su manera la estadounidense Sleepy Hollow. Si en el 3x01, la ficción propone revisitar los clásicos de Alfred Hitchcock; el 3x02 enseña una de las claves del final de la Segunda Guerra Mundial, y el 3x03 cuenta de qué trataba el verdadero romanticismo allá por el siglo XIX. Julián se ha marchado, Pacino ha regresado, y la serie ni se ha molestado en avivar el tórrido affaire entre este último y Amelia pues El Ministerio, como siempre se encargan de recordar sus responsables, no es un culebrón. Otra de sus valías es que nunca se olvida de dónde vienen sus personajes, qué les ha ocurrido en temporadas anteriores. Los arcos argumentales, llamémosles "emocionales", son cuidados hasta en la mínima expresión como el chascarrillo de Pacino sobre la exacerbada predilección de Amelia por los poetas (Lope de Vega para mayor concreción).

El Ministerio continúa mudando de piel cada semana sin miedo alguno: del cine clásico a la literatura romántica (con la presencia de elementos propios del Romanticismo como la luna, la niebla, el cuervo, la dama pálida... el misterio al fin y al cabo) pasado por las historias de espías. El Ministerio del Tiempo, desde el terreno de la ficción, también hace una radiografía de nuestro país o incluso de nuestro tiempo. Para muestra, dos ejemplos del tercer episodio de la tercera temporada: la conversación entre la joven Lola Mendieta y Salvador:
- Hay un país que vive en democracia pero que aún conserva vicios del pasado. Nuestros vecinos del norte nos miran por encima del hombro y nosotros miramos por encima del hombro a los del sur. Tenemos el país que merecemos.
- ¿Y eso es bueno o es malo?
- Buena pregunta.
Y la conversación entre Amelia, Pacino y Alonso:
- ¿Y qué? ¿Tienes ganas de conocer a Bécquer?
- Sí, soy una gran admiradora de su obra.
- ¿Y tú?
- Bueno...yo... me aprendí alguna rima en el colegio...para ligar.
- ¿Y te funcionó?
- ¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú.
- Los del siglo XX tenéis mal entendido el Romanticismo.
- ¡Habló la experta!
- El otro día saqué un DVD de la biblioteca, una comedia romántica, y de romántica no tenía nada.
- ¿Y no había dos enamorados?
- Sí... pero el Romanticismo en realidad es la exaltación del yo y de lo subjetivo. De la insatisfacción ante un mundo que nos limita.
- ¡Anda coño y yo sin saberlo!
- Los románticos prefieren fusionar su alma con la naturaleza agreste y oscura, que es el espejo de sus emociones.
- ¡Anda!
- En lugar de comedia romántica, tendrías que haber mirado cine de terror.
- Pues entonces no leáis las leyendas del susodicho Bécquer si no queréis que se os aflojen las tripas.
- ¿Pero tú te las has leído?
-  Por supuesto, les eché un vistazo. Son inquietantes. Yo es que no lo entiendo. La vida ya es suficientemente ardua y sombría, ¿para qué inventarse historias escalofriantes?
- Porque eso es el Romanticismo. 
La serie siempre finaliza por todo lo alto (algo que por cierto, El Puente sabe hacer también) ya sea con alguna reflexión (las últimas palabras del personaje de Miryam Gallego antes de tirarse al vacío en el 3x03) o algún golpe emocional (las flores en la tumba del 3x02). Finales en alto que no necesitan de giro de guión alguno pues cuentan con lo más importante: corazón. Aún recuerdo el cierre del sexto episodio de la segunda temporada, aquel dedicado a la figura de Houdini, quien pide a la patrulla poder regresar a la Hungría del pasado para ver a su madre. TVE emitirá un total de seis nuevos episodios para después del verano emitir los siete restantes.


Poesía eres tú, El Ministerio del Tiempo.