Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

lunes, 19 de junio de 2017

Deshojando la primavera televisiva


Da gusto encontrar calidad en la televisión española. En la pública, en la privada y en la de pago. Pensé que le dedicaría a estas alturas algunas palabras (halagadoras) a La casa de papel, la última incursión del sello Atresmedia Series -Antena 3, vamos- pero personalmente ha supuesto una decepción. Es lo que tiene vender la serie como el paso siguiente a Vis a vis (*). Y no llegarle a la suela de los zapatos en arrojo. El primer episodio está bien, francamente bien, y aguanta la hora y veinte minutos de rigor. Sin embargo, toda la adrenalina del primer episodio va diluyéndose en los siguientes episodios y varias decisiones de guion dejan en entredicho la vitoreada calidad de la ficción.

(*) Por cierto, Vis a vis podría contar, según Bluper, con una inesperada tercera temporada en FOX España.

Aviso spoilers de La casa de papel | Un ejemplo de ello es el cómo se fragua la relación entre los personajes de El Profesor (Álvaro Morte) y la inspectora Raquel Murillo (Itziar Ituño, quien protagonizó Loreak); entiendo lo que los guionistas pretenden hacer con este tórrido juego del gato y el ratón (en la línea de lo que Sé quién eres hace con Juan Elías y Eva Durán o Homeland con Brody y Carrie) pero no funciona por la rapidez de los acontecimientos. Otro ejemplo es el no-asesinato de Mónica a manos de Denver. Si algo que hizo Vis a vis en su segundo episodio fue demostrar que no le temblaba el pulso en matar a personajes, un aviso de que cualquier giro de acontecimientos podía pasar y cualquier personaje podía morder el polvo. Y así pasó. Sin embargo, lo peor que le podía pasar a La casa de papel era resultar previsible al jugar en un género donde el giro de guion es su principal arma. En mi caso, me bajé del atraco tras el tercer episodio precisamente por previsible. Eso sí, Úrsula Corbero no desentona en la serie y su Tokyo mola. No tanto el triángulo amoroso (¿qué necesidad?) en el que se ve metida. Aún así, me da cierta rabia haber dejado aparcada La casa de papel por sus aires de ficción de auteur y por su potencial. Un potencial, siempre recuerdo, que Sin identidad logró sacar adelante tras una que-sí-que-no primera temporada. Quizás 18 episodios -como temporada única aunque se promocione el parón veraniego como final de temporada- sean demasiados.

Plano cenital en el 1x01 de La casa de papel
Aviso, spoilers de El Caso Asunta | Sin embargo, y contra todo pronóstico, debo escribir alabanzas sobre El Caso Asunta: Operación Nenúfar (rebautizado como Lo que la verdad esconde para continuar con la marca en un segundo volumen sobre los Marqueses de Urquijo) de Bambú Producciones y Antena 3. Un documental de tres entregas enmarcado en el género del true crime que sigue la estela de otro true crime muy bien hecho en nuestro país: Muerte en León (Movistar+), del que hablé en febreroEl Caso Asunta sirve sobre todo como una punzante crítica al juicio mediático paralelo que se orquestó en los medios de comunicación (*) y en la opinión pública (una radiografía al fin y al cabo de nuestra sociedad contemporánea) así como exposición de que el camino de la justicia está lleno de piedras y mala praxis (**). Siempre desde el respeto (***) y huyendo del fácil amarillismo, el documental consigue ni más ni menos que declaraciones de los máximos protagonistas del caso mediante conversaciones telefónicas y cartas. Precisamente las duras palabras de Alfonso Basterra durante una carta entre él y Ramón Campos son el material para cerrar el documental. En dicha correspondencia, Basterra llega a confesar que tras salir de la cárcel, una vez conseguida la libertad, se suicidará. Un final (****) acorde al aparente propósito de los responsables de esta investigación: generar dudas sobre un suceso en el que se dieron por hechas demasiadas circunstancias. Podría pensarse que otro de los propósitos es humanizar a los verdugos-víctimas.

(*) La propia Antena 3, más concretamente el programa matinal Espejo Público, no se libra de los dardos ni tampoco 13TV o Federico Jiménez Losantos en esRadio. Una pena que no hubiera fragmentos de los programas de sucesos de Telecinco.
(**) El documental consigue exponer cómo determinados testimonios o incluso pruebas definitorias no llegaron al juicio. Algo que Muerte en León también destapó durante sus últimos compases.
(***) Quizás el único pero sea el mostrar el cadáver de la niña.
(****). Muy lírico. Como el pasaje final de A sangre fría

También estoy viendo El Puente, programa de #0 (Movistar+) que supone el regreso de Paula Vázquez ya no sólo a la pequeña pantalla sino también a un género de televisión que a la gallega ya le había dado alegrías: el reality show de aventura y supervivencia. Y cómo no, también estoy viendo el tercer volumen de Tabú de Jon Sistiaga, su programa de reportajes de #0, esta vez dedicado a la maldad. En ambos productos, la factura técnica es un personaje más que ayuda a crear una atmósfera determinada. Se ha llegado incluso a comparar El Puente -formato de telerrealidad- con Perdidos -formato de ficción- por la manera de presentación de los personajes/concursantes: dos por programa. Si hay algo que hace excepcional a El Puente es que se toma su tiempo para colocar las fichas sobre el tablero y sobre todo: para poner las cartas boca arriba. Serán ocho entregas en total.


Aviso, spoilers de la tercera temporada de El Ministerio del Tiempo | Los tres programas anteriormente citados tienen algo de ficción -ya sea la reconstrucción de un hecho, los elaboradísimos planos o la prestación de técnicas narrativas más propias de las series y el cine- pero para ficción -con algo de realidad, de historia- está El Ministerio del Tiempo, la cual ha regresado a La 1 de TVE con su ya tercera temporada. "Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias". Estas palabras sirven en el segundo episodio de la tercera temporada para despedir (o dar la bienvenida, según se vea) a un personaje ya icónico de la serie: Lola Mendieta (Natalia Millán/Macarena García). La frase pertenece al poema Canción última de Miguel Hernández y sólo una serie como ésta podía incluirla de manera tan elegante. Hablando de pintura, pareciera que El Ministerio del Tiempo fuera hija del mejor costumbrismo, aquel que pinta cuadros como espejos.

La ficción creada por los hermanos Olivares no ha gozado de un camino de rosas a lo largo de toda su existencia y la apertura de esta tercera temporada así lo demuestra: la despedida del personaje de Julián (Rodolfo Sancho) fuera de cámara. Y es aquí donde sus responsables han demostrado una vez más, que de la necesidad, hacen una virtud. Aún así, da coraje que después de toda la maraña que se armó en la segunda temporada para que Sancho compaginara las grabaciones de El Ministerio con Mar de plástico, ahora el personaje desaparezca así para siempre. O no... ahí tenemos el caso de Lola Mendieta.

La serie, además, continúa con su labor didáctica y jugueteando con la historia. O más bien, retorciéndola, como ya hiciera a su manera la estadounidense Sleepy Hollow. Si en el 3x01, la ficción propone revisitar los clásicos de Alfred Hitchcock; el 3x02 enseña una de las claves del final de la Segunda Guerra Mundial, y el 3x03 cuenta de qué trataba el verdadero romanticismo allá por el siglo XIX. Julián se ha marchado, Pacino ha regresado, y la serie ni se ha molestado en avivar el tórrido affaire entre este último y Amelia pues El Ministerio, como siempre se encargan de recordar sus responsables, no es un culebrón. Otra de sus valías es que nunca se olvida de dónde vienen sus personajes, qué les ha ocurrido en temporadas anteriores. Los arcos argumentales, llamémosles "emocionales", son cuidados hasta en la mínima expresión como el chascarrillo de Pacino sobre la exacerbada predilección de Amelia por los poetas (Lope de Vega para mayor concreción).

El Ministerio continúa mudando de piel cada semana sin miedo alguno: del cine clásico a la literatura romántica (con la presencia de elementos propios del Romanticismo como la luna, la niebla, el cuervo, la dama pálida... el misterio al fin y al cabo) pasado por las historias de espías. El Ministerio del Tiempo, desde el terreno de la ficción, también hace una radiografía de nuestro país o incluso de nuestro tiempo. Para muestra, dos ejemplos del tercer episodio de la tercera temporada: la conversación entre la joven Lola Mendieta y Salvador:
- Hay un país que vive en democracia pero que aún conserva vicios del pasado. Nuestros vecinos del norte nos miran por encima del hombro y nosotros miramos por encima del hombro a los del sur. Tenemos el país que merecemos.
- ¿Y eso es bueno o es malo?
- Buena pregunta.
Y la conversación entre Amelia, Pacino y Alonso:
- ¿Y qué? ¿Tienes ganas de conocer a Bécquer?
- Sí, soy una gran admiradora de su obra.
- ¿Y tú?
- Bueno...yo... me aprendí alguna rima en el colegio...para ligar.
- ¿Y te funcionó?
- ¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú.
- Los del siglo XX tenéis mal entendido el Romanticismo.
- ¡Habló la experta!
- El otro día saqué un DVD de la biblioteca, una comedia romántica, y de romántica no tenía nada.
- ¿Y no había dos enamorados?
- Sí... pero el Romanticismo en realidad es la exaltación del yo y de lo subjetivo. De la insatisfacción ante un mundo que nos limita.
- ¡Anda coño y yo sin saberlo!
- Los románticos prefieren fusionar su alma con la naturaleza agreste y oscura, que es el espejo de sus emociones.
- ¡Anda!
- En lugar de comedia romántica, tendrías que haber mirado cine de terror.
- Pues entonces no leáis las leyendas del susodicho Bécquer si no queréis que se os aflojen las tripas.
- ¿Pero tú te las has leído?
-  Por supuesto, les eché un vistazo. Son inquietantes. Yo es que no lo entiendo. La vida ya es suficientemente ardua y sombría, ¿para qué inventarse historias escalofriantes?
- Porque eso es el Romanticismo. 
La serie siempre finaliza por todo lo alto (algo que por cierto, El Puente sabe hacer también) ya sea con alguna reflexión (las últimas palabras del personaje de Miryam Gallego antes de tirarse al vacío en el 3x03) o algún golpe emocional (las flores en la tumba del 3x02). Finales en alto que no necesitan de giro de guión alguno pues cuentan con lo más importante: corazón. Aún recuerdo el cierre del sexto episodio de la segunda temporada, aquel dedicado a la figura de Houdini, quien pide a la patrulla poder regresar a la Hungría del pasado para ver a su madre. TVE emitirá un total de seis nuevos episodios para después del verano emitir los siete restantes.


Poesía eres tú, El Ministerio del Tiempo.

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