Friday Night Lights prometía volver a sus orígenes en su tercera temporada tras esa irregular segunda de la que sinceramente recuerdo pocos capítulos memorables, además, el primero de ellos supuso el principio de una trama más bien incompatible con el tono de la serie como fue el asesinato del acosador de Tyra por parte de Landry, por lo que tenía muchísimas ganas de ver de nuevo la magia de Dillon que tan poco se había paseado por Texas en los quince inconclusivos capítulos por culpa de la huelga de guionistas.
¡Cuidado, spoilers hasta el 3x13!
Estos trece episodios han servido para despedir a dos personajes como Smash, personaje que nunca me había entusiasmado y que sólo me apenaba su marcha porque también suponía la de su madre, y Jason, personaje que si me había entusiasmado sobre todo en la primera temporada cuya desgracia supieron los guionistas tratar de una forma tan magistral que incluso me recordó en una infinidad de aspectos a un caso familiar. Han servido para presentarnos a una familia completamente diferente a los Taylor, los McCoy, y centrar mi odio sobre todo en Joe el cual es capaz de utilizar como marionetas tanto a su mujer pero sobre todo a su hijo, al que incluso le obliga a cortar con su novia para centrarse en el fútbol, llegando a golpearle en uno de los últimos capítulos de la temporada en una de las escenas más crudas que creo haber visto de la serie. También han servido para ver como Lyla decidía quedarse en Dillon con su padre tras la marcha de su madre y sus hermanos y seguir adelante con la relación con Tim, que me ha parecido divertida, preciosa y emotiva a partes iguales. Divertida por los momentos en los que Lyla se fue a vivir a la casa de los hermanos Riggins, preciosa por lo tanto que se han ayudado y apoyado mutuamente y emotiva porque porque finalmente el destino les separa, yendo finalmente Lyla a una universidad distinta a la de Tim. Pero sobre todo estos trece episodios han servido para unir definitivamente a Julie y Matt y Tyra y Landry, que aunque yo prefería que quedasen como mejores amigos que como pareja ,en el último capítulo cambié totalmente de idea con escenas como la de Landry gritándola histérico en mitad de la carretera que siempre había confiado en ella o cuando Tyra abre el sobre para saber si la aceptan o no en la universidad. Por último decir que me gustó mucho la inclusión del personaje de la madre de Matt.
Estos trece episodios han servido para despedir a dos personajes como Smash, personaje que nunca me había entusiasmado y que sólo me apenaba su marcha porque también suponía la de su madre, y Jason, personaje que si me había entusiasmado sobre todo en la primera temporada cuya desgracia supieron los guionistas tratar de una forma tan magistral que incluso me recordó en una infinidad de aspectos a un caso familiar. Han servido para presentarnos a una familia completamente diferente a los Taylor, los McCoy, y centrar mi odio sobre todo en Joe el cual es capaz de utilizar como marionetas tanto a su mujer pero sobre todo a su hijo, al que incluso le obliga a cortar con su novia para centrarse en el fútbol, llegando a golpearle en uno de los últimos capítulos de la temporada en una de las escenas más crudas que creo haber visto de la serie. También han servido para ver como Lyla decidía quedarse en Dillon con su padre tras la marcha de su madre y sus hermanos y seguir adelante con la relación con Tim, que me ha parecido divertida, preciosa y emotiva a partes iguales. Divertida por los momentos en los que Lyla se fue a vivir a la casa de los hermanos Riggins, preciosa por lo tanto que se han ayudado y apoyado mutuamente y emotiva porque porque finalmente el destino les separa, yendo finalmente Lyla a una universidad distinta a la de Tim. Pero sobre todo estos trece episodios han servido para unir definitivamente a Julie y Matt y Tyra y Landry, que aunque yo prefería que quedasen como mejores amigos que como pareja ,en el último capítulo cambié totalmente de idea con escenas como la de Landry gritándola histérico en mitad de la carretera que siempre había confiado en ella o cuando Tyra abre el sobre para saber si la aceptan o no en la universidad. Por último decir que me gustó mucho la inclusión del personaje de la madre de Matt.
Nunca me cansaré de decir la gran facilidad que tiene la serie para dejarte con el corazón en un puño sin la necesidad de cliffhangers, lo cruda y real que puede llegar a ser simplemente mostrándonos las inseguridades de los personajes con las típicas dudas y miedos que todo bicho andante toda persona tiene. Será que desde el segundo episodio ya amé a esta serie, pero es tan real que incluso Tammy se queja de que alguien ha metido la botella de agua vacía en la nevera. Friday Night Lights es una puta obra maestra, hace sentirte parte de Dillon. Tengo tantas escenas en mi cabeza que ni siquiera me digno a destacar una, que cojonudamente grande es.