Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

martes, 26 de noviembre de 2013

Miénteme y dime que me quieres

'Stockholm' es un doloroso y fiel retrato de una generación desesperada por encontrar el amor en cada bar, en cada esquina de su ciudad, en cada fiesta, en cada cara y cuerpo bonitos; preocupada más por el instante que por el futuro sin pensar en las consecuencias de sus actos, cuya mayor atracción es una noche efímera en la que juegan un papel esencial el alcohol y las falsas apariencias para obtener un bien tan preciado como denostado: el sexo. Pero la noche y el estado de éxtasis no crean grandes romances sino fugaces momentos de pasión y frenesí entre dos cuerpos, dos mentes, dos pasados desconocidos. Ignorantes del porqué de esos ojos carentes de alegría, síntoma de querer ser querido y salvado por alguien. Sin embargo la mañana se encarga de reunir el pasado y el presente y es entonces cuando cada mente y cada cuerpo huyen a su lugar de procedencia con el resentimiento como acompañante en el camino de vuelta a casa. Aún así, junto al sabor del café amargo y la resaca, sobrevive un resquicio de ilusión; ¿conoceré al gran amor de mi vida el próximo fin de semana? Y así pasa media vida, media juventud. Ocultando nuestros demonios interiores durante la noche para darnos con ellos de bruces cada amanecer. Y de repente tomas consciencia de que nadie en el mundo logrará quererte con tus graves defectos.

Ved 'Stockholm' (Rodrigo Sorogoyen, 2013).

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