Publicado originalmente en Infoactualidad el viernes 5 de diciembre | Instalado en el ya rutinario estreno de película por año, Woody Allen se despide de este 2014 con Magic in the Moonlight, comedia romántica con ligeros tintes de fantasía, protagonizada en esta ocasión por -el ya veterano- Colin Firth y –la promesa hollywoodiense- Emma Stone. Lo hace en el meridiano de la cuarta edición de la Premier Week en Madrid.
Tras regresar a las Américas con Blue Jasmine (id, 2013); el director, productor y guionista neoyorkino Woody Allen retorna a la Europa protagonista de algunos de sus últimos films: A Roma con Amor (id, 2012),Midnight in Paris (id, 2011) y Vicky Cristina Barcelona (id, 2008), siendo la cinta grabada en la ciudad parisina con la que el público encontrará mayores similitudes y lugares comunes del género.En Magic in the Moonlight, Colin Firth (54) y Emma Stone (26) “viajan” al Sur de Francia de los años 20 para meterse en la piel del británico Stanley y la americana Sophie respectivamente. El enredo (pues más que de romanticismo, el humor se alinea con la maraña argumental) da inicio cuando a Stanley, un mago que ha dedicado su trayectoria profesional a desenmascarar farsantes espiritistas, le encargan descubrir las triquiñuelas de una joven americana cuyo éxito y fama de espiritista le sirven para embaucar a una familia adinerada francesa.
Si bien la historia y su desarrollo llaman a la predictibilidad; la química entre la pareja protagonista, los personajes secundarios de lujo, los afilados diálogos y la exquisitez de la escenografía (la fotografía convierte cada plano de los exteriores en una postal vacacional) elevan la calidad de una película que no se esmera en sorprender al espectador sino más bien en agradar y dibujar una sonrisa tontorrona tras los créditos finales.
Quizás por esa razón, la aparente ligereza y superficialidad de la que hace alarde Magic in the Moonlight es el revestimiento idóneo como canto a la vida más pasional y menos racional. Si en Midnight in Paris, el camino era inverso y Allen dejaba claro que “tiempos pasados no fueron mejores”, en su última película él parte de una defensa de la mente racional para acabar aceptando la idea de que para (sobre)vivir es necesario hacerlo bajo el engaño.
Quizás por esa razón, la aparente ligereza y superficialidad de la que hace alarde Magic in the Moonlight es el revestimiento idóneo como canto a la vida más pasional y menos racional. Si en Midnight in Paris, el camino era inverso y Allen dejaba claro que “tiempos pasados no fueron mejores”, en su última película él parte de una defensa de la mente racional para acabar aceptando la idea de que para (sobre)vivir es necesario hacerlo bajo el engaño.
Freud, Nietzsche y Dickens son materia prima de Allen pero esta vez se mofa de dichas corrientes (filosofía, psicología y literatura) para dejarse llevar por el corazón. Esa ley que escapa de toda lógica posible y que su director plasmó con mayor creatividad y magia en largometrajes del siglo XX como Alice (id, 1990) y La Rosa Púrpura del Cairo (id, 1985). La picardía de construir un amor tan intergeneracional no debería suscitar ampollas pues es un tema recurrente de su filmografía. En Manhattan (id, 1979) el alter-ego de Woody Allen, Isaac (44), acaba confesándole su amor a Tracy, una cuasi-adolescente Mariel Hemingway (18). Touché.
Magic in the Moonlight podrá ser considerada una obra menor pero no por ello el cinéfilo debería privarse de tal fábula de hora y media cuya mayor pretensión es llevar al espectador a lo más profundo de sus sueños.
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