Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

martes, 4 de octubre de 2016

La esperanza del reencuentro


Y ahora que están al fin vencidos, sentados frente a frente,
¿quién de los dos se atreverá a romper el silencio que los envuelve?
Somos siempre principiantes - Amor a traición

Si la memoria no me falla, Itsaso Arana comparte junto a Andrés Gertrúdix la escena final de Las altas presiones (Ángel Santos, 2014). Una pequeña película que sí llegó a las salas de cine pero a muy pocas y durante tiempo muy limitado. En dicha escena -lo siento, spoilers- ambos personajes están sentados en la sala de espera de un hospital. Él llega como paciente. Ella es médico. Se han conocido en una fiesta. Ella tiene pareja, él anda de regreso a su ciudad natal, Pontevedra. Durante dicha escena final, parece vislumbrarse un futuro esperanzador entre ambos. ¿Un posible romance? Itsaso Arana es una de las responsables de que La reconquista (Jonás Trueba, 2016) sepa a vida metiéndose en la piel de Manuela, quien regresa por Navidad a Madrid desde Buenos Aires. En este caso, la actriz (*) interpreta a un personaje sin pareja; es Olmo -Francesco Carril parece haberse convertido en el muso y alter ego de Jonás Trueba- quien sí tiene pareja, una Aura Garrido cuya breve aparición -como ya sucediese en Los ilusos- eleva la calidad de una película que ya de por sí me ha ganado antes de su irrupción en el ecuador de la misma. La reconquista es el relato del reencuentro de Manuela y Olmo, dos treintañeros que se hicieron descubrir el primer amor quince años antes.

(*) También en algún proyecto televisivo como Carlos, Rey Emperador o aquella adaptación española de Entre fantasmas que se marcó Telecinco, El don de Alba.

En La reconquista, Trueba continúa mostrando al espectador todo tipo de referencia -por no decir recomendación- cultural, como por ejemplo la literaria, ejemplificada en La montaña mágica de Thomas Mann o Crímenes imaginarios de Patricia Highsmith. En Los ilusos, es mencionado Édouard Levé y su Suicidio. En Todas las canciones hablan de mí, lo es La ignorancia de Milan Kundera. En su última película, Trueba le cede la banda sonora a Rafael Barrio, quien además hace de padre de Manuela. En Los exiliados románticos, es Tulsa no solamente la banda sonora sino también el motor de la trama. En Los ilusos hay un concierto en un piso a cargo del grupo El hijo. A los personajes de Trueba les gusta ir a conciertos. 

Pero en La reconquista, también vemos bailar a sus dos protagonistas. Y pasear por, parece ser, el rincón favorito de Madrid del director. Aquel que sirve de escenario para la declaración final de Todas las canciones hablan de mí. Olmo y Manuela quedan quince años después de su romance adolescente. Él acaba confesando a su novia que Manuela sigue igual. La novia no se anda con rodeos: "¿Os habéis liado?". "No" -Olmo dice la verdad -"pero he bailado". La cita de los ex-tórtolos acaba durando muchas más horas de lo que ambos imaginan, prologándose desde la tarde hasta la mañana del día siguiente. La reconquista es fácilmente la mejor película de Jonas Trueba hasta la fecha hablando de lo que mejor se le da: el amor. El paso del tiempo. La pareja. La melancolía. El recuerdo. El discurso de la película parece entroncar con la opinión del personaje de Andrea (Bárbara Lennie) en Todas las canciones hablan de mí. La Manuela de 15 años siente vértigo ante las palabras en boli bic de Olmo. ¿Toda la vida juntos? Ella quiere experimentar, vivir. Lo bueno y lo malo.

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