Fotograma de 'Amelie' (Jean-Pierre Jeunet, 2001) |
Cinéfilos españoles sacan adelante proyectos e iniciativas con el
objetivo de subsanar la malherida cultura cinematográfica
“El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel” dijo Alfred
Hitchcock. Quién le diría al célebre director de cine británico que la llegada
de tiempos modernos supondría la exhausta y tediosa supervivencia de aquel
pedazo de pastel tras la paulatina desaparición del resto de porciones. Los
hornos han dejado de funcionar o ya no calientan de la misma manera que en el
pasado. El consumidor ha abandonado la voracidad y la gula debido a su empacho
y las ha sustituido por comida rápida. Los bolsillos casi vacíos impiden la
compra de ingredientes de calidad o en última estancia el goce de éstos ya
elaborados. En definitiva, la industria del cine y la cultura cinematográficas
de España llevan años e incluso décadas sumergidas en una grave situación económica,
creativa y existencial.
Pero ¿quiénes y por qué han devorado dicho pastel? La sangría y
escamoteo del consumo cultural y de la asistencia a las salas de cine, el
desplome definitivo de la industria del DVD (ya ni mencionemos el Blue-Ray), el
vertiginoso crecimiento de la piratería y la progresiva deserción de los
directivos de las cadenas de televisión de su compromiso con el séptimo arte
son algunos de los responsables de tal situación. Hubo un tiempo en el que las
programaciones de televisión cumplían una gran labor cinematográfica; eran
auténticas filmotecas y emitían todo tipo de ciclos de cine. Había salas de
cine cada doscientos metros sin embargo la vida de las películas se ha reducido
debido a las formas de distribución masiva al permanecer muchas de ellas en
cartelera dos o tres semanas y al consumo individual y diferenciado.
Quizás el árido panorama presente se deba a la “mentalidad popular
influenciada por el ‘sólo voy a ver lo que yo conozco’ ”, según Joaquín Aguirre
Romero, profesor titular del Departamento Periodismo III de la facultad de
Ciencias de la Información (CCINF) de la Universidad Complutense de Madrid
(UCM). Ildefonso Soriano, profesor de derecho constitucional de la CCINF, en
cambio tiene una perspectiva más esperanzadora ya que “la gente que le gusta el
cine, va al cine”. Sin embargo es partidario de que los precios de películas en
grandes almacenes sean más asequibles ya que “de ese modo se evitaría
comprar una película a 3€ en las mantas de los negros” y pone en duda el destino
del dinero recaudado: “los precios son altísimos cuando sus autores quizás se
lleven 1€ de 20, ¿el resto de dinero dónde se pierde?”. Para Juan Carlos Tous,
director general de Filmin (plataforma que ofrece películas independientes en streaming y de forma legal),
el cine de España está muy desprotegido ya que la piratería produce riqueza a
algunos parásitos a los cuales no les preocupa la industria cinematográfica,
yendo los ingresos a unos pocos bolsillos en vez de revertir en los productores
para que estos sigan haciendo cine y creando valor.
“Hoy se atiende más al uso que a la tenencia” (Juan Carlos Tous)
Para más inri, estos últimos meses se ha presenciado el cierre de
múltiples salas de cine, productoras y distribuidoras, siendo el más sonado el
de Alta Films S.A, en funcionamiento desde 1986 y cuyo propietario es Enrique
González Camacho, actual presidente de la Academia de Cine. Uno de sus últimos
éxitos fue la distribución de ‘The Artist’, película ganadora de los Oscars 2012. “Habrá películas que no llegarán
a España, el tiempo de permanencia en salas se acortará y las producciones
americanas canibalizarán la taquilla” señala Juan Carlos Tous como
consecuencias directas de lo ocurrido. Precisamente es Filmin una de las alternativas
más innovadoras a la tradicional sala de cine. En 2007, y ante el reto que
representaban las nuevas formas de distribución en el mercado musical el quipo
de la plataforma creyó que en un futuro próximo Internet también sería la forma
de distribución para cine. Los títulos ofrecidos son resultado de acuerdos con
la casi totalidad de distribuidoras nacionales pero no con las majors.
Sin embargo aún existen resquicios de esperanza y buena voluntad;
personas en la sombra que dedican esfuerzo, ganas y horas de su día a día al
reflote de la cultura y la industria a través de diversas iniciativas. Una de
ellas es el ya citado Joaquín Aguirre quien hace aproximadamente tres años,
durante el curso 2010-2011, tomó la decisión junto a otro compañero de crear un
espacio para “reactivar el cine y conocer películas que la gente no puede
encontrarse en los medios y comentarlas”, explica él mismo. En un primer
momento intentaron poner en marcha la Videoteca de la CCINF que únicamente
funcionaba como centro de almacenamiento sin embargo por cuestiones
administrativas se vieron obligados a aparcar aquella idea y finalmente crearon
Cine Forum en la misma facultad. “Empezó siendo dos sesiones semanales el
primer año, ya el segundo se redujo a una” declara Aguirre, quien una vez a la
semana sale corriendo de clase a las 14.30 para proyectar una película a las
15.00; “yo lo organizo, yo lo financio”. Le da igual el tiempo que le quite;
“cuantas más horas, mejor”. A pesar del escaso público y el desfavorable
horario, le resulta gratificante incluso la asistencia de una sola persona
además de que el Cine Forum sirva para que vayan antiguos alumnos, charle con
ellos y tomen un café aunque tan sólo sea media hora. Si existiera la figura
del cinéfilo comprometido con la causa, este hombre sería su ejemplo; va al
cine de su pueblo (Tres Cantos) todas las semanas para que no cierre sin
importarle las películas, lo que a veces supone un sacrificio “porque son un
coñazo”.
“La esencia del Cine Forum es el debate” (Joaquín Aguirre)
Otro ejemplo sería el de Ildefonso Soriano quien desde hace 5 ó 6 años
organiza preestrenos de largometrajes en la CCINF y cuya actividad se ha visto
acelerada con una mayor presencia de títulos y especialmente de coloquios estos
últimos cursos. La iniciativa corrió a cargo de José Emilio García Fernández,
profesor de Comunicación Audiovisual, hace más de una década para
posteriormente Ildefonso recoger el testigo. El quid de la cuestión es cómo determinadas
películas llegan a proyectarse de forma gratuita ante espectadores
universitarios: básicamente por tener contactos (suelen ser antiguos alumnos)
en distribuidoras y productoras. En otras ocasiones la vía comunicativa es
inversa; son los propios responsables de la distribución y producción los que
acuden a la universidad con el objetivo de generar el boca a boca. Se trata de
un perfecto modelo de simbiosis. “No es fácil el proceso, son necesarios la
buena voluntad y echarle tiempo. Yo no gano nada” confiesa Soriano. Uno de los
mayores escollos que recuerda es el de la proyección de ‘Los amantes pasajeros’
el pasado mes de marzo puesto que su director Pedro Almodóvar se hizo de rogar
en exceso hasta aceptar la invitación al posterior coloquio; “escribí incluso
una carta a Almodóvar firmada por la decana” se congratula él mismo.
Una iniciativa más son las emergentes asociaciones ciudadanas que se
están haciendo con el control de algunos cines cerrados por Alta Films y otras
empresas. Los escenarios de tal revolución a lo largo de este año han sido
Mallorca, Zaragoza, Majadahonda (Madrid) y Sevilla. Pero la delantera también
la han tomado las propias empresas. En el caso de Alta Films, los cines Renoir
de Plaza España (Madrid) ofrecen desde el 1 de mayo hasta el 29 de agosto un
ciclo con lo mejor de la cosecha cinematográfica del 2012-2013 al mejor precio:
4€. La tentación ya no vive arriba sino en el centro de la capital.
¿Hay realmente oportunidad, espacio y tiempo para el despertar del coma
en el que la cultura y la industria cinematográfica están inducidas en España?
Ya lo decía el maestro del suspense: “Para mí, el cine son cuatrocientas
butacas que llenar”. Ojalá, Alfred, ojalá.
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