Sin spoilers | Si en la anterior entrada hablé del castigo del protagonista de 'Rectify', en ésta hablaré de aquel que una fuerza -llamémosle "externa"- somete sobre ese 98% de la población mundial que presencia la desaparición del ese otro 2% en 'The Leftovers'. Ambas series de televisión comparten un mayor número de similitudes de lo que a priori pueda parecer. Si a 'Rectify' no le hizo mucho favor la etiqueta "de los productores de 'Breaking Bad'" para promocionar su primer año al ser dos productos totalmente opuestos, a 'The Leftovers' tampoco le conviene lucir el nombre de uno de sus productores ejecutivos y guionistas: Damon Lindelof. Y más si cabe cuando se trata de su primera incursión televisiva tras 'Perdidos' y ambas comparten una premisa cuyo punto de partida cuenta con un high-concept tan grande como una catedral. Después de la que se montó con 'Lost' a causa de un fanatismo exacerbado sin límite ni sentido ningunos, el pobre de Damon se tiene aprendida bien la lección y ha declarado que su objetivo NO es desvelar EL enigma sino adentrarse en la piel de sus personajes. Otra catedral grande pero esta vez como McGuffin. Y es ahí donde el señor de New Jersey se ha marcado un touchdown pues la nueva serie de HBO se desmarca inmediatamente de la ciencia ficción más pura y dura para adentrarse en un terreno aun más enfangado: la ciencia ficción ligera a nivel científico pero intensa a nivel emocional. Character development! Aquí no hay científicos locos devanándose los sesos en búsqueda de respuestas sino víctimas de un suceso que escapa de toda lógica posible. Como en 'Otra tierra' (Mike Cahill, 2011)', una de las mejores películas enlodazadas en el género. Importa el después, no el qué. Importan las consecuencias, no las causas. Pero si hay un gran enigma con el que ambas series coquetean es la vida misma. El (sobre) vivir. Al igual que hizo en su momento 'A dos metros bajo tierra' diseccionando la muerte y el duelo.
Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».
lunes, 7 de julio de 2014
El señor McGuffin
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