Mia Farrow / Fotograma de 'Alice' (Woody Allen, 1990). |
Como alguien que, desde los diez años, ha visto y vivido en propias y ajenas carnes lo que una enfermedad mental como la depresión puede provocar, me entristece leer que Robin Williams se haya ido de este mundo por la puerta de atrás por culpa de una depresión y un suicidio. Al igual que un ex-drogadicto nunca deja de ser eso -¡ex!-, un ex-depresivo nunca deja de serlo tampoco y siempre hay lugar para la recaída. La gente, o mejor dicho: internet, se sorprende, estúpidamente, que alguien que se dedicara a la comedia se encontrara en dicha situación cenagosa. Os diré algo, mis lectores, que he ido aprendiendo a lo largo de mis primeros años post-adolescencia: la gente que más feliz parece y más se ríe, a veces es la que más sufre por dentro. Quizás la supervivencia de una persona con depresión reside en intentar ser feliz cueste lo que cueste. No es cuestión de apariencias. Es cuestión de que el hábito haga al monje. El exceso de bilis negra ("Teoría de los cuatro rumores") ya fue objeto de observación y estudio para griegos y romanos. Debería existir una mayor conciencia social a cerca de una enfermedad mental como ésta, que en la mayoría de los casos deriva en enfermedades físicas. Todos y cada uno de nosotros libramos particulares guerras, de mayor o menor tamaño, pero guerras. Externas o internas. Y para que el la sufre, es el conflicto bélico más cruento y cruel. La simpatía es un arma de doble filo relativamente fácil de obtener para el ser humano. La empatía, no. Y como se dice en este artículo de The A.V. Club: "It's only when we talk about those issues openly and honestly than anything changes". No debe esconderse una patología como la depresión ni las visitas semanales al psicólogo. ¿Acaso uno esconde que va al fisioterapeuta porque le duele la espalda? Digo yo que si tu "alma", o llámalo X, está resfriada, habrá que ponerle remedio. Quizás los medios de comunicación deberían de dejar de tratar la depresión y el suicidio como estigmas sociales.
Palabra de un ex-depresivo.
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