Un viernes noche, tras una fiesta en casa con sus amigos heteros, Russell visita un club gay donde a última hora conoce a Glen. Ambos comienzan entonces una relación de fin de semana, pero lo que parecía que iba a ser el rollo de una noche comienza a tener la intensidad de un shock emocional de largo alcance.
Si digo que Weekend (2011) es la película más realista y preciosa que he visto en mi vida, puede que exagere un poco, pero tan sólo un poco. Quizás es por la ternura que transmite el personaje de Russell (Tom Cullen) o la bonita no-historia de amor desarrollada en tan sólo un fin de semana, pero estuve con el corazón en un puño durante 96 minutos.
Si hay algo que recuerdo casi siempre de mis películas favoritas son las conversaciones y en este caso, en una película como ésta con tan pocos personajes, es fundamental la construcción de los diálogos y debo decir que la mayoría de ellos son fantásticos (a excepción de algunas lineas un poco confusas cuando los personajes están drogados), en los cuales sale a relucir especialmente la inseguridad de Russell, quien únicamente está cómodo en su casa, en su cama, entre las sábanas.., no le gusta salir a la calle. Como contraste se encuentra la total seguridad de Glen (Chris New) ante la vida , mostrada en un giro de la película (simple pero efectivo) que prefiero no revelar. Hablando de contrastes, Russell cree en el amor y en la posibilidad de poder estar con alguien para siempre, en cambio Glen es la personificación de la total independencia al mostrarse reacio a los compromisos y al acabar siempre huyendo de lo que pueda hacerle echar raices en algún lugar.
Weekend es muy ágil jugando con la limitación de personajes, espacio y tiempo. Ahí radica su grandeza. Totalmente recomendable.