(Sin spoilers) Me permito utilizar una de las
tantas ingeniosas frases de la película ‘Amélie’ (Jean-Pierre Jeunet, 2000)
para más adelante exponer una ocurrencia a cerca de la maravillosa serie de HBO
‘In Treatment’-la cual se mantuvo en antena durante tres temporadas entre 2008
y 2010-y en especial de sus personajes cuya mayor atracción reside en lo corrientes que son.
‘En Terapia’ –como es conocida aquí en España- es una serie
sumamente especial para mí. Comencé a
verla el pasado septiembre, sin embargo dejé a medias la primera temporada por
falta de tiempo. Me olvidé de Paul, de Laura, de Sophie, de Alex, de Jake, de
Amy, y de Gina. Me olvidé de sus ficticios conflictos para ocuparme de los
míos. Pero esta semana he regresado a consulta –a las afueras de Maryland donde
vive Paul Weston- y he podido comprobar todo lo que me había perdido estos últimos
meses. La premisa de la serie es sencilla: el día a día de un psicoanalista con
sus pacientes. Cada episodio se centra en una única sesión de terapia con un
paciente, distinto para cada día de la semana, incluido él mismo con la sesión
con su propia psicoanalista los viernes. ‘In Treatment’ es densa, emocionalmente
muy intensa e incluso a veces difícil de digerir. Es el espejo de algo de nuestras vidas; es imposible no tener algo en común tanto con los psicoanalistas como con los pacientes. Exige al espectador total
atención; no perderse ni una palabra de sus personajes. Y sorprendentemente, a
pesar de la coherencia de los arcos argumentales y sus personajes - lo cual
posibilita al espectador anticiparse a los hechos- es imprevisible. Además, la limitación de tiempo y espacio juega a su favor y los encargados de la ficción la exprimen al 100%. Si bien es cierto que hay planteamientos o escenas que a veces pecan de cierta "inverosimilitud" debido a la propia acotación.
La razón del título
del post es la siguiente: en un principio los personajes están cohibidos y
muestran cierta frialdad e incomodidad al relatar sus problemas para poco a
poco asentarse en la dinámica entre psicoanalista-paciente, coger confianza y mostrar
sus sentimientos sin pudor alguno e incluso actuar de forma impulsiva e improvisada;
se dejan llevar por sus emociones.
Tan sólo he visto los 43 episodios que conforman la primera
temporada –el adjetivo ‘placentera’ se quedaría corto para definirla’- pero hay dos refranes que le vienen como
anillo al dedo; el primero sería “En casa de herrero, cuchillo de palo” y el segundo
“Consejos vendo y para mí no tengo”. Si aún no la habéis visto, hacedlo, pero con cierta calma y saboreando cada diálogo, cada historia personal, cada nota musical y cada interpretación. Grabiel Byrne, Melissa George, Blair
Underwood, Mia Wasikowska, Embeth Davidtz, Josh Charles y Michelle Forbes se
comen la pantalla y se ganan al espectador -y la credibilidad que éste les otorga- independientemente de si el personaje resulta simpático o no. Como dirían los yankis... "In Treatment is a must".
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