Diana Palazón (Belén) y Lydia Bosch (Luisa) protagonistas de la trama lésbica de 'Sin Identidad' |
Las primeras noticias sobre Sin Identidad se remontan a julio de 2013 tras una ampliación del acuerdo de producción entre la productora DiagonalTV y la cadena Antena 3, cuyas últimos proyectos en común habían sido Bandolera y Amar es para siempre, seriales de sobremesa que junto a El secreto de puente viejo consiguieron levantar una franja horaria dominada en su momento por TVE y Telecinco. Sin Identidad, por entonces denominada Robada, sería el regreso de la productora de televisión al prime-time de Antena 3 tras 700 euros (2008) y 90-60-90 (2009), dos ficciones "de saldo" y marcado carácter de culebrón vespertino que no contaron con un respaldo masivo del público aunque ambas casualmente se despidieron marcando máximo de espectadores. Tuvieron que vérselas, como de costumbre, con las estrategias de programación, pues mientras la primera se emitió en época estival -poco consumo televisivo- la segunda a pesar de contar con dieciséis episodios, se emitió durante ocho semanas a ración de dos entregas. Sin embargo la garantía y el aval de éxito en prime-time procedía de TVE: Isabel, La Señora [su capítulo final congregó a más de cinco millones de espectadores] y su spin-off La República, cuya segunda temporada continúa en el cajón desde 2012.
El mayor escollo en la gestación de Sin Identidad eran precisamente un título y una premisa que recordaban inevitablemente a la miniserie de Telecinco Niños Robados, también lo sería posteriormente el abandono tras cinco episodios de su creador Sergi Belbel y equipo de guionistas; vendría para quedarse Manuel Ríos San Martín junto a Mónica Martín-Grande, Ramón Tarrés y Victoria dal Vera. Los nueve episodios de la primera temporada de Sin Identidad no sólo evidenciarían dicho traspiés sino también un vaivén de géneros, era dos series a la vez: una de ellas recordaba a las "modernas" y "actuales" 700 euros y 90-60-90 (*) y otra a la vertiente más clásica y de época de la productora. El thriller y el drama familiar de alto estrato social no terminaban de encajar, como le ocurrió precisamente a la miniserie de Telecinco Hermanos. La serie se vendió y promocionó como una historia de venganza que sin embargo no llegaría hasta su segunda y final temporada; tan sólo había que echar una ojeada a las declaraciones de sus protagonistas para prever que el robo de niños era tan sólo la mecha del arco argumental y que se iba a dar gato por libre al espectador: aquellos nueve episodios servían como preludio a unos flashforwards mínimos que mostraban a la protagonista en la actualidad buscando venganza. Más bien nos iban a contar la traición. Otro escollo a ojos del espectador: Sin Identidad parecía haber nacido a rebufo del éxito de El Príncipe e incluso se pensó que sería una especie de Revenge española.
(*) Me niego a completar sus títulos: diario secreto de una call girl y diario secreto de una adolescente.
Nada más lejos de la realidad. Había razones para salvar la serie de su deriva creativa-argumental y una de ellas era un ecléctico elenco: veteranos como Tito Valverde, Jordi Rebellón, Lydia Bosch y Victoria Abril, "promesas" como Megan Montaner (Gran Hotel, El secreto de puente viejo) y -llamémosles- "viejas glorias" como Verónica Sánchez, Miguel Ángel Muñoz y Antonio Hortelano quienes habían saboreado las mieles del éxito un tiempo atrás con Los Serrano, Un paso adelante y Compañeros respectivamente. Eloy Azorín y Daniel Grao ya estaban curtidos en series de prime-time [ambos tienen en común trabajar con Pedro Almodóvar], a Cristina de Inza le tocaba de nuevo un papel secundario (*) y Elvira Mínguez procedía del exitazo de El tiempo entre costuras. Una factura técnica y visual impecable, el rodaje en exteriores y uso exclusivo de escenarios naturales, una trama de gran potencial y el anuncio de que la segunda temporada sería la última fueron otras de las razones. Si en su primera temporada Sin Identidad era dos series en una, su segunda temporada es una serie completamente diferente. Y mejor, infinitamente mejor.
(*) El salto temporal trajo consigo su desaparición.
Se ha conseguido finalmente un híbrido homogéneo de géneros y tramas en el que los personajes y los conflictos se desarrollan de manera orgánica sin abusar de giros de guion [ésto se lo dejamos a Vis A Vis]; María/Mercedes continúa siendo la reina del show -como debe ser, ella es la protagonista después de todo- pero los personajes secundarios han cobrado protagonismo, interés e importancia no percibidos durante el primer año. El ejemplo más evidente es el de la robaescenas Amparo (Verónica Sánchez), personaje imprescindible en la familia Vergel y que brilla no sólo con luz propia en cada escena que aparece sino que hace más grandes y fuertes, en su interacción, a otros como Enrique, Luisa (*) y Bruno con el que forma uno de los matrimonios más inusuales del panorama televisivo español. La clave no sólo reside en una venganza poco perfecta y llena de contratiempos -algún que otro deus ex machina- sino precisamente en la red de complejas interacciones que se han formando entre los personajes. Se ha conseguido incluso que el triángulo amoroso entre Pablo-Maria-Juan (**) haya cuajado, quizás porque los tres han coqueteado en demasía con el lado oscuro. A ésto se le suma la aparición de nuevos personajes [Álex, el guardaespaldas] sumamente más interesantes que otros [Francisco, Fernanda, Curro] que han ido desapareciendo entre la recta final de la primera temporada y el primer ecuador de la segunda. Sin Identidad es buena porque huye del maniqueísmo y del efectismo, es una serie de grises en la que ningún personaje se salva de la quema en cuanto a escrutinio moral. El aspecto técnico-visual (***) es otra de las grandes bazas, más explotado si cabe en este segundo año, aprovechando al máximo los exteriores y escenarios naturales.
(*) De madre que prefería a su hija adoptiva muerta, ha pasado por viuda de un ex-marido que no la quería a ser -como mínimo- bisexual tras el huracán Belén (la siempre espléndida Diana Palazón).
(**) Cuarteto pues Helena (Silvia Alonso) también está en la ecuación, sin embargo su personaje, al igual que el de su madre Miriam (Mar Regueras) resultan un tanto instrumentales.
(***) Figuras como Jorge Torregrossa y Gracia Querejeta han dirigido varios episodios.
A tres episodios del final definitivo de la serie, Sin Identidad y en concreto su segunda temporada se postulan como un hito de la ficción española al no mostrar complejo alguno en abrazar géneros, abordar temas poco explorados e incluso atreverse a jugar con lo visual. Un hito escondido, del que pocos sin embargo se acordarán.
PD: La participación de Sara Casasnovas como Marta Ibarguren/Mercedes Dantés ha sido una grata sorpresa. Con DiagonalTV ya había trabajado en Amar en tiempos revueltos/Amar es para siempre.
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