David escribe novelas de segunda fila (y alguna otra cosa más) cuando recibe un encargo muy particular: fabricar a la protagonista perfecta. Y con la ayuda de cinco mujeres reales ---una escritora, una editora, una productora de televisión, una ministra y una actriz---, ha llegado hasta Amanda.Sin embargo, les ha salido de todo menos perfecta: incoherente, neurótica, frívola y bastante mentirosa. ¿Un fraude? Depende de cómo se mire. ¿Un insulto? Eso creen algunos. ¿Una chica como tú? No, eso no. O a lo mejor sí.
Alberto Rey (@Albertoenserie)
escribe en muchos sitios y de muchas cosas, pero sobre todo de televisión en su
columna Asesino en serie de El Mundo.
Ni rubia ni pelirroja es su primera
novela y Amanda Tejedor su primera heroína trágica.
Ni
rubia ni pelirroja (ediciones martínez roca/Planeta, 2015) es
la primera novela de Alberto Rey, más conocido en Internet y la blogosfera
seriéfila española como @Albertoenserie en twitter o Asesino en serie, título
que da nombre a la columna del periódico El Mundo donde su afilada escritura,
según su carta de presentación, “disecciona las series que pueden verse en todo
el mundo desde su mordacidad habitual”.
El columnista afirma haber
escrito “muchas cosas intensas” bajo su nombre y pseudónimos por lo que en un
principio la propuesta de escribir una narrativa más comercial –más cercana a
sus artículos- le pareció un insulto. Sin embargo comprobó que se le daba bien
y que además trabajar una primera novela para una editorial tenía más pros que
contras. “Sé que no es la manera habitual en la que un autor le gustaría hablar
de sus novelas pero a mí me ha gustado mucho trabajar así”, confiesa,
enumerando una serie de ventajas como por ejemplo el tener un encargo previo,
un contrato, un editor que apruebe o rechace el material escrito o la seguridad
de que se publicará. Según él, estos condicionantes “tranquilizan mucho el
ego”.
“He tardado en escribir el
libro ocho, nueve meses” declara el autor, quien reconoce no haberle dedicado
todo el tiempo debido a la naturaleza ligera de la novela. “Yo escribo muy
rápido, tiro bastante poco material”, señala Rey, quien desconoce si es porque
lo tenía claro esta vez o porque había unos plazos que había que respetar y en
ningún momento se planteó no llegar. Confiesa haberse documentado poco pues,
según él, “la gracia de que algo sea ligero no es sacar ahí la documentación y
aparte he tirado de cosas que ya sabía y de inventarme una historia”.
Con respecto al
lanzamiento de Ni Rubia Ni Pelirroja
en papel y no exclusivamente en formato ebook,
Rey señala dos motivos: contar con una editorial y el morbo de ver su libro
físico en las librerías. “Es muy raro que a alguien al que le gusta leer, no
sea fetichista de los libros”, apunta. “A lo mejor es una idea preconcebida,
absurda e insultante pero me da la sensación de que el ebook puro pasa por menos filtros, entonces valdría cualquier
cosa”. Según el escritor, este tipo de literatura “más frívola” es de los pocos
géneros que todavía se venden.
La razón de ser de Ni rubia ni pelirroja reside en que sus
historias son clichés y lugares comunes que ocurren muchas veces en la vida
real. “La televisión es como la política y la moda; la podemos tener muy
mitificada pero al final es gente normal que hace cosas normales”, declara. Con
esta novela, Alberto Rey quería contar lo rápido que es el mundo de la
televisión y la rapidez con la que se toman las decisiones “porque a veces la
gente se sorprende de la velocidad a la que ocurren las cosas en los medios de
comunicación y más concretamente en televisión donde hay tres factores que la
gente no habla de ellos e intenta pasar por alto porque no es cómodo ni
políticamente correcto: la juventud, la belleza y la suerte. Son fundamentales
para la televisión y es lógico que así sea”.
“Con la novela terminada,
creo que es una novela que tiene un punto femenino, no sé si por el tipo de
personajes o sencillamente porque las que más leen son las mujeres. “Toda la
literatura acaba siendo femenina porque la mayoría de los consumidores son
mujeres”, declara el escritor, quien nunca se paró a pensar en públicos
objetivos. Si pensó y se dio cuenta de que tenía una tendencia altísima a
describir a los personajes femeninos con determinados atributos que no les
aportaban nada y a los masculinos convertirlos en “performativos” [describía lo
que hacían]; de ahí que optara por reducir la adjetivación.
A colación de la
omnisciencia del narrador, Alberto Rey considera que “eso no puedes evitarlo.
Es lo mejor que se te da, lo más rápido que haces, con lo que más seguro
estás”. Según él, todo el mundo tiene una voz propia, el problema es que a la
mayoría de la gente no le suele gustar la que tiene y se esfuerza en
buscar/fabricarse una voz que no es la suya. “Las cosas que hace el narrador en
mi novela no tienen nada que ver conmigo en absoluto pero las cosas que piensa
sí. Creo que lo hace coherente pero pierdes la posibilidad de fabricar un
narrador más interesante que tú”, aclara. “A mí no me disgusta mi voz”, se
enorgullece.
Según su máximo
responsable, Ni rubia ni pelirroja “es
entretenida, se lee rápido, y es buena para una playa, una piscina o para un
trayecto en avión no muy largo pero tampoco muy corto. Tiene una portada muy
bonita y se puede regalar muy bien. Da el pego como regalo. Y letras grandes”. Alberto
Rey empezó a escribir muy joven pero a publicar mayor. No está para tonterías.
Tiene el ego muy cubierto por otros lados. No necesita esto. No es un poeta de
veinticinco años en la universidad. Está súper contento con que la gente lea
sus artículos, con que se los paguen y con que le hayan encargado una novela y
les haya gustado. Está encantado.
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