(Sin spoilers) Serían las ocho menos cuarto de la mañana cuando el pasado miércoles, andando bajo la lluvia, sonó en mi mp3 de forma aleatoria la canción 'Hoy es el principio del final' de Amaral; su estribillo "Yo te prometo que no voy a llorar" me puso los pelos de punta y me hizo recordar la película que había visto la noche anterior: 'Bestias del sur salvaje' (Beasts of the Southern Wild, 2012) y en especial una frase de la protagonista muy similar a la de la canción. Me costó dormir e incluso desperté a mis padres a las tantas de la madrugada para contarles lo emocionado e impactado que me encontraba tras ver el primer largometraje de Benh Zeitlin.
"Thought provoking" lo llaman los yankis - "dar que pensar" en español- y es que aquí un servidor le dio bastantes vueltas a la cabeza al desenlace de la historia cuyo eje principal es la supervivencia, ya sea a acontecimientos catastróficos de la naturaleza como a aquellos que conciernen al ser humano y su existencia en este mundo. 'Bestias del sur salvaje' es un tren que arrolla al espectador -si acepta la propuesta- y le deja en su sitio seguramente más acomodado que el de sus personajes: ¿No somos conscientes de lo afortunados que somos? ¿Se es más feliz cuando se tiene lo menos posible? Pero ante todo es un relato a cerca de la relación paterno-filial, aquella que alberga el amor más poderoso: el de un padre hacia una hija. Me maravilla la idea de que haya gente como la de la película; aquella que defiende su casa, su naturaleza y su modo y filosofía de vivir, que reta y se enfrenta a los percances de la vida de la mejor forma posible: riendo, bailando y bebiendo. Ignoremos las lágrimas como lo hace Hushpuppy -la protagonista- y no nos quedemos atrás en el camino. Agarrémonos a la fantasía, comámonos el mundo y hagamos que nuestros descendientes nos recuerden por algo memorable que hicimos.
"Thought provoking" lo llaman los yankis - "dar que pensar" en español- y es que aquí un servidor le dio bastantes vueltas a la cabeza al desenlace de la historia cuyo eje principal es la supervivencia, ya sea a acontecimientos catastróficos de la naturaleza como a aquellos que conciernen al ser humano y su existencia en este mundo. 'Bestias del sur salvaje' es un tren que arrolla al espectador -si acepta la propuesta- y le deja en su sitio seguramente más acomodado que el de sus personajes: ¿No somos conscientes de lo afortunados que somos? ¿Se es más feliz cuando se tiene lo menos posible? Pero ante todo es un relato a cerca de la relación paterno-filial, aquella que alberga el amor más poderoso: el de un padre hacia una hija. Me maravilla la idea de que haya gente como la de la película; aquella que defiende su casa, su naturaleza y su modo y filosofía de vivir, que reta y se enfrenta a los percances de la vida de la mejor forma posible: riendo, bailando y bebiendo. Ignoremos las lágrimas como lo hace Hushpuppy -la protagonista- y no nos quedemos atrás en el camino. Agarrémonos a la fantasía, comámonos el mundo y hagamos que nuestros descendientes nos recuerden por algo memorable que hicimos.