Para no gustarme Xavier Dolan, ya le he dedicado tres posts al niño mimado del cine canadiense-francés. Con éste, cuatro. Primero para hablar desde el sarcasmo, la mala baba y el orgullo de no reconocer la maestría del polifacético quebecois, sobre J'ai tue ma mére (id, 2009) y Les amours imaginaires (id, 2010). Después para compararle con nuestros Pedro Almodóvar y Ramón Salazar y más tarde para despotricar sobre Tom à la ferme (id, 2013), su -en mi opinión- único traspiés creativo tras haber visto las cinco películas que conforman una filmografía productiva teniendo en cuenta que su artífice tiene tan sólo veintiséis años. Laurence Anyways (id, 2012) y Mommy (id, 2015) han despojado toda duda personal sobre su maestría. Díscolo, intenso, e inspirado; así es [el cine de] Xavier Dolan. ¿Lo próximo? It's Only The End of the World para 2016 con Marion Cotillard y Lea Seydoux y The Death and Life of John F. Donovan para 2017 con repartazo -Jessica Chastain, Susan Sarandon y Kathy Bates- y producción estadounidenses. Como esta sección aparece y desaparece caprichosamente tal río Guadiana, haré trampa y en vez de seleccionar una escena, elegiré dos. Ambas musicales.
Spoilers ahead | La primera es de Laurence Anyways, con A new error de Moderat, grupo de música berlinés que nació en 2002. Si apelásemos al reduccionismo, la película trataría sobre un hombre transexual que desea ser una mujer. Sí pero no. Laurence Anyways no sólo cuenta el muy progresivo cambio de género de Laurence Aliá (Melvid Poupad) en las décadas de los ochenta y noventa sino la de Fred Belair, la novia del protagonista cuando éste aún es hombre y no le ha confesado un secreto poco acorde con dichos tiempos. Cuando lo hace, ésta decide apoyarle hasta el límite de sopesar su propio cambio de género a hombre. En este caso Xavier Dolan nos cuenta una historia de amor en mayúsculas a lo largo de varias décadas que traspasa el paso del tiempo y de género. Es precisamente la actriz que interpreta a Fred, Suzanne Clément, quién también marca la diferencia en Mommy como vecina de la madre e el hijo protagonistas de la cinta. La relación materno-filial es una de sus tónicas temáticas. Si a nivel técnico, Laurence Anyways ya supone un quebradero de cabeza [y vista] para algún que otro espectador al estar grabada en 4/3, Mommy lo está en 1.1 [Instagram style] pero, y e aquí la magia, durante la película la pantalla se ensancha varias veces hasta el cinematográfico 16/9 junto a temas musicales. Está el manido Wonderwall de Oasis pero considero más efectivo y atrevido el falso flashforward durante los últimos compases del largometraje con Experience de Ludovico Einaudi, compositor y pianista italiano activo desde los ochenta hasta la actualidad, como acompañamiento. Lejos de resultar inútil a la trama y sufrir de "videoclipitis dolanera", estos minutos de "What if?" resultan vitales tanto para lo que se nos ha contado como para lo que queda por contar; un remate final al son de Born to die de Lana del Rey. Si en J'ai tue ma mére y Les amours imaginaires, hay un desequilibrio entre las escenas musicales y alguna que otra parece un mero acto de exhibicionismo técnico, en Laurence Anyways y Mommy, especialmente en esta última, existe una mayor armonía. Quizás lo que más chirríe del salto a Hollywood del director/guionista/actor es precisamente el ataque -o más bien, "burla"- a Estados Unidos en sus películas.
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